Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

domingo, 22 de diciembre de 2013

BSO Erasmus OST

No lo digo yo, lo dice cualquiera que haya vivido una Erasmus: esa etapa tiene su banda sonora, sus canciones, sus días up y sus días down. Yo, que soy más bien de días down y música down- aka chingavenas, he recopilado las canciones que me recuerdan a mi Erasmus. Os cuento, además, la historia de cada una paso a paso:


1. Ángela, Señor Chinarro. Yo no conocía a ese señor ni a Ángela, pero el hecho de que fuera un cantautor (muy a su manera, pero cantautor) y que me la enseñara David hizo que me interesara. Luego estuvo en nuestro CD de viajes por el sur de Inglaterra, donde la escuchamos como 14 veces, así que entra en la clasificación por propios méritos.

2. Oviedo, Tulsa. Fue, si no el que más, uno de los paquetes que más ilusión me hicieron recibir. Se trataba de una carta de mi amiga Mj, que me mandaba Colacao y música decente (tan melómana ella, tan ignorante yo...), y en ese DVD venía un disco que es una joya del sello de Marlango, Subterfuge, el primer disco de un grupo hasta entonces desconocido por mí, Tulsa, que ahora es más que imprescindible y que forma parte de mi día a día. También incluí "Oviedo" en el famoso CD de Southern England, así que nos hartamos de oírla, y yo de explicar que se trataba de un grupo nuevo llamado Tulsa. Ya en Granada, en verano, me hice una camiseta con el nombre de otra canción como lema. Muy recomendable. TODO.

3. Somebody told me, The Killers. Antes de nada, TEMAZO! Porque es oírla y me sube la energía por todo el cuerpo. Sin duda, de lo mejor de los Killers (como decían los pijos del Orange County cuando nadie los conocía aún) y me recuerda a nuestras fiestas clandestinas (es decir, las mejores, las que hacíamos en casas) y a una italiana rubia desatada cantando a gritos, que es como debe cantarse esta canción. ¡Imprescindible en un CD de farra!

4. Recuerdo, Ismael Serrano. La de los días nostálgicos, la que aún me sirve para acordarme de esa época. La de los últimos días, la que se repetía constantemente en mi portátil o en el de Raquel y nos recordaba lo pequeños que éramos, el poco tiempo que nos quedaba y lo grande que es Ismael Serrano. Buah, aún la escucho y se me forman nudos en la garganta y cosas así. A veces también escuchaba "Cien días", pero ésa es otra historia.

5. King of Sorrow, Sade. Tampoco conocía a esta pedazo de cantante cuando llegué a Swansea. Me la presentó María, cortesía de su padre que la había empapado de buena música y una canción que me ganó al momento. La ponía María muy a menudo, y aunque ella no lo sabe, cuando se fue nosotros (Raquel y yo) la seguíamos poniendo y nos acordábamos de ella y queríamos por más que nada en el mundo que no se hubiera ido, que los días fueran más largos...

6. I Remember, Damien Rice. Digo ésta como podría decir cualquier otra canción de este cantautor irlandés. Por entonces creía que era estadounidense, apenas conocía sus canciones salvo "Elephant" y "The blower's daughter". Llegué a Swansea, y un día tarareando la canción Raquel me dijo que también le gustaba a ella, así que miré (ya lo sabía) los próximos conciertos y había uno en un mes o dos. Allá que compramos las entradas y nos presentamos al poco en Cardiff, por toda la cara, y asistimos a un espectáculo maravilloso que aún recuerdo como si se tratara de ayer :O
Conforme avanzaba el curso seguíamos oyéndolo, y los últimos días, cuando los recuerdos estaban a flor de piel, no dejábamos de reproducir I Remember, Raquel porque le encantaba la parte de Lisa Hannigan y yo la voz desgarrada de Damien en la segunda parte. Obsesiva, pero perfecta...

7. Apologize, Timbaland. Vale, no es un temazo, ni siquiera una canción que me guste mucho, pero cada vez que oigo ese its túleit tuapoloyaaaaaaiiiiis me acuerdo de la televisión británica, donde estaba siempre en el top 5. Unos meses después, así como medio año, seguía sonando aquí en los politonos de la Sexta y en toda discoteca que se preciara como tal.


Pues nada, son todos los que están pero no están todos los que son. Igual voy ampliando la lista hasta llegar al menos a 10-12, OK? Pero mejor lo dejo para otro día...

viernes, 15 de noviembre de 2013

Koldo: una Erasmus V

Quedan dos semanas para la primera tanda de exámenes. Con la resaca navideña aún presente, deciden hacer un viaje en coche por todo el sur de Inglaterra, tal vez visitar Gales, Bristol, Bath... en definitiva, aprovechar tres o cuatro días para dejar atrás el monstruo de los exámenes. Koldo se apunta sin dudarlo, pero Dafne no puede; ella trabaja. Con todo, no hay problema. En total son trece y van en tres coches alquilados. Cada hora y media o dos horas hacen una parada en el destino más interesante que encuentran en el camino, entran en la oficina de turismo, comen, hacen turismo, fotos, actualizan sus estados de Facebook y reemprenden el camino.
            Cuando se quieren dar cuenta, están en Bristol, donde deciden pasar la primera noche. Salen hasta que los echan de los bares con música en directo, y luego improvisan un pequeño botellón antes de llegar al albergue. Apenas duermen, tardan en despertar y desayunan una hamburguesa antes de salir hacia Stonehenge. En el lugar mágico, se sienten estafados pero se dicen que es una vez en la vida. Siguen al siguiente lugar donde pasarán la noche, su primera parada galesa. Koldo empieza a pensar en italiano porque Agnese, la italiana del pelo rizado, no deja de hablar, y hace tiempo que ha perdido el chip inglés sin que nadie se lo dijera. Al parecer, cada vez que sube a un coche en marcha su cerebro responde activando su italiano; es una reacción curiosa, y ella lo achaca a que de niña se recorría a menudo media Europa en el camión de su padre.
            La intención es llegar a Cardiff, capital de Gales, donde ver un partido de rugby -ya tienen las entradas, han sido previsores-, donde está una amiga de Lorenzo también de Erasmus. Lo hacen tal cual, visitan la bahía de Cardiff, toman unas pintas, comen unos platos de la zona, ven el partido en medio del hastío de la afición, y quedan con Paola al salir, junto al Millennium Stadium. Cómo no, esa noche hay fiesta erasmus en una casa, vienen amigos de pueblos y ciudades alrededor, valdrá la pena. Koldo se ve arrastrado a la fiesta, y cuando quiere darse cuenta se encuentra en un sillón con una botella de cerveza en la mano y una japonesa borracha a su lado. Hay mil rostros desconocidos, mil cuerpos sinuosos, diez mil voces que corean "Wonderwall" de Oasis. Paola se arrodilla junto a él, lo coge de la mano y le pregunta si le apetece comer algo.
            -Ok, cheers!
            Sortean el maremoto humano hasta llegar a la cocina.
            -I want to introduce you to a Spanish friend. She is visiting me this week.
            -Yeah, sure! It may be fun, but I have a girlfriend.
            -Don't worry, she's not jealous but is very very beautiful.
            Efectivamente, es muy muy beautiful. A Koldo nada más verla le golpea en el estómago y está a punto de marearse. Joder. Ahí. Elisa. Elisa su ex, ahí.
            -Hola -dice ella con una sonrisa. -Qué sorpresa, Koldo.
            Él mantiene la compostura, le besa la mejilla y le sonríe. Desde luego, qué cosas. Qué casualidad coincidir ese fin de semana. Qué tal todo. Que qué tal todo, jeje. Ay, no sabía que estabas de Erasmus, qué pena que te vas mañana... No deja de pensar en Dafne. Qué pensaría si supiera que está en otra habitación, en una habitación sin escapatoria con su ex. Tanta Europa para eso, el puto pañuelo europeo. ¿Eso era lo que querían? Pues lo están consiguiendo de puta pena.

            Cuando pase el tiempo, Koldo apenas recordará el viaje, la compañía, las ciudades. Desde luego, lo que mejor recordará será esa noche, la noche en que coincidió con su ex en una casa de Cardiff, la noche en que dudó. Recordará con nostalgia la noche en que, a pesar del deseo, no sucedió nada.

martes, 29 de octubre de 2013

Puta burocracia

Ya hablaba mi amigo David de la ineficacia de la burocracia, de cómo nos cierra puertas por un anexo o un punto de algún código estúpido que no ve más allá de su universo cuadriculado. A él no lo dejaban desde Donosti prolongar su estancia aquí durante todo el curso. A mí, afortunadamente, me dejaban desde Granada con la única condición de que la Universidad de Gales me admitiera entre sus alumnos este año. Esta mañana he salido muy animado de la clase Primetime Writers: TV drama, donde nos han hecho un test rápido con preguntas sobre series de televisión y algunas cadenas (el profesor no conocía una serie de la que he hablado!) y he respondido prácticamente todas las preguntas bien. Total, que después me he pasado por la oficina de Relaciones Internacionales para hablar con Carol Smith, la encargada de los alumnos aquí:
-Hello, I just wanted to ask you something. I'm from Spain and I'm supposed to be here until the end of January, but I'd like to stay the full year.
-Which one is your university in Spain?
-Granada... I asked them and they told me that there was no problem but I had to ask here.
-I have to check it. Hold on.
Espero. Todos los planes que me he hecho para el resto del curso (aquí y en España, planeo mi vida con tiempo, sueño más que creo) pasan por mi cabeza. La imagino entrando de nuevo por la puerta para decirme: "Hay pocas plazas, así que rellena este formulario cuanto antes"; también la imagino diciendo: "Lo siento, pero está todo ocupado". La imagino de mil maneras y cada vez se hace más sólido el pensamiento de que no habrá posibilidad.
Entra por la puerta con cara de NO, que eso se ve antes de hablar siquiera, y me dice que lo siente, pero que no quedan plazas para el resto del curso.
-Isn't it possible at all?
-If you're very desperate, you can pay the modules you study here and...
blablablablabla... no me importa lo que sigue. Sé que lo de pagar nosecuantasmil libras está fuera de mi alcance. No me explico cómo pagando aquí hay plazas, y si sigo pagando en mi universidad, no. Doy las gracias sin ganas de dar las gracias y me vuelvo con los planes y sueños colapsados en mi mente. Y vuelvo a casa con la garganta llorando, porque mis ojos se negaron a ello hace mucho tiempo. Como mi pistolero...
Granada, pensaba que nunca diría esto, pero no te echo de menos. Y a todo esto, puta burocracia.

lunes, 14 de octubre de 2013

De un noviembre lejano...


Se me acumulan las ideas y me queman en los dedos, pero aun así no encuentro forma de ganarle la batalla al tiempo y al aburrimiento, y como mente obcecada que soy, al final me obligo a escribir ya que no me sale solo. Permitidme esta descompensación de ideas, sin forma pero con fondo, que me comen la cabeza tiempo ha.
Quiero hablar del crecimiento personal que conlleva esta experiencia. Hablar de la Erasmus con las estúpidas y manidas concepciones que se tiene de ella es descalificar algo grande, muy grande. Hay gente que ha llegado a este lugar sin querer salir de casa, con miedo y sin la predisposición necesaria. ¿Para qué? ¿Para quitarte alguna asignatura hueso? ¿Para dar a entender lo maduro que eres ante aquellos que te ven como un crío acojonado por alejarse de casa? No sé dónde queda el espíritu Erasmus ligado al de ciudadano del mundo con esa actitud...
Puedes no aprender demasiado inglés, lo cual tampoco es desesperante porque la finalidad del desplazamiento no es esa. El objetivo es más ambicioso que el simple aprendizaje de una lengua: abarca la convivencia, la mezcla, la apertura de mentalidad, la amistad... Aprendes muchas cosas más valiosas. A afrontar los problemas en la distancia, a ver que la realidad es más real de lo que pensábamos, a viajar, a dejar de lado las obligaciones para ser tú mismo el que te imponga un cómo y un cuándo. Aprendes mucho, sí. Incluso de las conversaciones de las que no eres partícipe y de las personas que te rodean.
Cuando estuvimos en Londres, un hombre nos reconoció como españoles. Él era judío, no recuerdo bien de dónde, sólo una frase que nos dijo: "Vosotros sois la primera generación que respira, y eso es precioso". Respiramos. Respiramos e intentamos perdernos en cada átomo de la capital inglesa. Yo encontré la magia de la ciudad viendo el Big Ben por la noche y llamándolo descaradamente Tower of London. Probablemente llevaba toda la razón del mundo al reconocernos como parte de esos privilegiados que vinimos después de los tiempos negros de la dictadura. Hay cosas que no te planteas hasta que se te presentan en forma de señor judío que habla español entre una muchedumbre de Londres. Curioso.
El día de vuelta a Swansea encontramos algo bastante distinto: la entrada al Metro más próxima estaba cerrada porque se había producido algún tipo de ataque (¿un apuñalamiento tal vez?), y pudimos ver la sangre que manchaba todo.
Se aprende de todo.
De cada momento.
De cada persona.



Y lo mejor de todo esto sin duda es ser consciente de dicho aprendizaje. Hay más claves, cientos de ellas, pero las dejaré para otro día.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Koldo: una erasmus IV

Cuando Dafne llama a la puerta, Koldo está a punto de responder que está dormido, o de no responder. No le apetece enzarzarse en otra discusión. Luego recapacita; después de todo, a ella le queda poco para irse a trabajar, de modo que se pone una camisa y abre la puerta con desgana.
            -Buenas...
            Ella pasa sin dirigirle la palabra, se sienta en la cama y espera a que él cierre la puerta. Entonces, lo dice:
            -Me quedo aquí en Navidad. Me pagan dobles los turnos y no puedo pagarme el billete a Tenerife.
            -¿Quieres dinero? Yo estoy peor que tú, ya lo sabes.
            -Joder, Koldo, a veces creo que lo haces a posta.
            -¿Y ahora qué he hecho mal? Joder, contigo uno nunca sabe...
            -Pues nada, si no sabes, mejor me voy a currar y te lo piensas un poco, guapo.
            Dafne se levanta como un ciclón, atraviesa la habitación y se pierde tras un portazo. Koldo se queda petrificado en la habitación. Mientras tanto, Alex se entrega a una nueva tanda de sexo con su novio que retumba en toda la casa.



A partir del 15 de diciembre, la gente empieza a abandonar Oxford. La ciudad está preciosa: la iluminación, los villancicos, el ambiente, los conciertos... Hay pequeños mercados callejeros donde probar productos típicos y comprar recuerdos para la familia y amigos. Koldo y sus amigos aprovechan un fin de semana para hacer una escapada a Londres, la capital, para respirar la magia de la gran ciudad volcada en el manido espíritu navideño.
            A menudo hay fiestas de despedida para los Erasmus y otros internacionales que se van a sus casas, como la "fiesta oficial" donde quedaron juntos para comerse las uvas, besarse bajo el muérdago, cantar villancicos en diez idiomas y repartir regalos navideños, que Papá Noel siempre llega antes a los destinos Erasmus.
            Se van todos, primero los asiáticos que deciden no quedarse -son muchos porque el viaje es costoso y prefieren vivir la experiencia en su destino Erasmus para aprovechar más la oportunidad que tienen-, más adelante los americanos y poco a poco los europeos, cada uno a una punta del continente. Las casas se quedan vacías durante unas semanas, las noches más muertas, sólo quedan británicos en los barrios que también irán a casa en los días especiales. Así es prácticamente en todo Oxford salvo en una casa. En una casa, en una cama, Dafne y Koldo desafían al frío y a la nostalgia, a las tripas y al corazón. Juntos, son leyenda.
            Un día, Koldo lo vio claro. Si de veras estaba tan enamorado, si con Dafne había logrado olvidar a Elisa, no cabía duda. No la iba a dejar tan sola en ese invierno inglés, lejos de todo lo que conocía, porque desde el día en que se conocieron en el aeropuerto se convirtieron en patria de cada uno. Dafne lloró mucho cuando Koldo le contó sus planes de quedarse junto a ella por amor, no por desconfianza o miedo, sólo por necesidad. Sería terrible no poder volver a Irún con la familia esa navidad como hacía todos los años, como era tradición desde niño, pero valdría la pena amanecer juntos, reescribir el mundo y la ciudad a su antojo.
            Desde entonces, todas las mañanas desayunaban a lo grande: tortitas, crêpes, tostadas con mermelada casera y mantequilla galesa, callejeaban cuando ella no trabajaba juntos de la mano, visitaban exposiciones, museos, conciertos, locales donde por Navidad regalaban cosas. Los días libres, viajaban a los alrededores y hacían excursiones. Los paisajes salvajes de la campiña inglesa eran hermosos por lo distintos de España.
            Cuando hablaban con sus familias, daba la sensación de que dentro de casa lloviera más que fuera, porque cuando no eran reproches, eran llantos, cuando no gritos, deseos y promesas. Les llegaron decenas de postales y felicitaciones navideñas, tan solos los imaginaban sus amigos Erasmus, sus amigos españoles, sus familias, y paquetes con jamón y embutido y turrón de chocolate y una caja de mantecados. Juntos, en fin, sobrevivieron. Cenaron en restaurantes de postín los días grandes, viajaron por toda Inglaterra y brindaron con champán francés y sidra inglesa, compartieron momentos familiares a través de Skype, a veces se aburrieron cuando no había nadie a quien acudir, pero no lo lamentaron.
            Sólo eran dos, pero sobraba el mundo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Los días raros

Regrets collect like old friends
Here to relive your darkest moments
I can see no way, I can see no way
And all of the ghouls come out to play
And every demon wants his pound of flesh
But I like to keep some things to myself
I like to keep my issues drawn
It's always darkest before the dawn

Florence and The Machine


No todo iba a ser divertido, ¿verdad? No todo iba a ser jiji, jaja. No todos los días iban a brillar con la misma luz, no todos los amigos se quedarían, no todas las promesas habrían de persistir.
            Digamos que un día, por ejemplo, te despiertas y al poco te llaman por teléfono para decirte que ha muerto alguien querido, un familiar, digamos que tu tío. Sientes que no es tu destino Erasmus el lugar donde deberías estar, que tal vez tu familia agradecería que estuvieras con ellos. No puedes hacer nada salvo pensar en los momentos con esa persona, en lo que le dirías, en lo que no, en lo que habéis vivido juntos. Piensas en tu familia, tratas de superar la pérdida a miles de kilómetros de distancia, a horas de vuelo, a mucho dinero que os separa. Te encierras en tu habitación, no dices nada. Te preguntan si te vienes a esta fiesta esta noche y dices que irás más tarde, porque ese día y no otro tienes la conversación más importante de tu erasmus.
            Hace dos días te llegó la carta de la chica a la que quieres llena de dudas, de preguntas, de confesiones incómodas. De incertidumbre. Qué mal, joder, si pudiera estar en casa, si estuviera en España, si fuera impulsivo y viajara de cualquier modo, sin planteármelo sin más, comprando el billete y presentándome ahí. Pero ese día sólo quieres llorar, y pones el Skype y tampoco dices que se ha muerto tu tío, porque sólo importáis tú y ella. Y habláis, y dices mil frases que con el tiempo olerán bajo la piel como el hueso podrido en la tierra. Dices ojalá, y dices eres tú, y dices soy yo, y somos, y tequiero, por qué no decirlo, y dices confío en ti, y dices ya queda menos, y seamos fuertes. No sabes si las palabras llegan con fuerza a través de Internet, ese fantasma tecnológico que se ha convertido en tu más fiel aliado, porque las palabras no salen con fuerza de tu boca por culpa del nudo de alambre en que se ha convertido tu esófago, y hablas y habláis, y escuchas y el ruido es sordo.
            Al fin, cuando sales a la calle, cuando te excusas porque tienes que salir, coges la cazadora y caminas solo por la calle. Caminas solo. Llueve, y das gracias a que Gales sea lluviosa, porque de otro modo las lágrimas serían demasiado evidentes, porque el agua barre tu cara, porque para cuando llegues a la fiesta, se habrá pasado la congestión. Puede que bebas sin más, trates de olvidar, sonrías, bailes detrás de una cerveza, hagas fotos, trates de que los demás se diviertan, porque sería egoísta pretender arrastrar a los demás contigo, a tu drama. Te acabas la cerveza, te haces a un lado y piensas, y sientes que estás solo. Habrá cincuenta, sesenta personas a tu alrededor, pero es como si estuvieras solo. Joder, qué mal, piensas. Joder, qué mal, bebes.
            A las cinco, seis, te recoges y nada más llegar abres el portátil en la cama. No hay rastro de nadie, ni un email, ni una conversación a deshoras. Tu nuevo mejor amigo se conecta en su cama a dos calles de ti. Le hablas por el chat de Facebook: "Hoy se ha muerto mi tío", escribes. Te sientes agradecido. Después de todo, no estás tan solo. Duermes.


Como ese día, puede que haya muchos. Días en los que, a pesar de la gente, sólo te apetezca estar solo, en los que te hartes del frío, del idioma, de no estar en casa.
            Esos días te escudarás tras la ventana a escuchar música triste, canción de autor y rock melancólico. Algunos días optarás por no salir de casa, quedarte metido en la cama lejos del ruido de la gente y del ritmo del mundo. Tal vez te llegue una carta importante, una de esas escritas a mano donde las cosas hieren más que afirman. No desistas, la vida no era fácil. Lo estás aprendiendo. Habrá cientos de días en tu vida en los que te cansarás de estar en ti, de ser lo que eres, de hacer lo que has decidido.
            Pero esos serán los menos. Es, como digo, un día en toda una estancia el que queda grabado. Más abajo, entre las tripas y el corazón, estarán los nombres de tus amigos, los viajes, las anécdotas. Amarás tanto haber estado triste para valorar la felicidad...

viernes, 13 de septiembre de 2013

Entre fogones: pasta

Conozco dos maneras de cocinar pasta especialmente efectivas y deliciosas:

1) Pasta a la marinera

Los ingredientes son:

-Pasta: espaguetis, tallarines, espirales, nidos...
-Gambas peladas
-Almejas
-Vino blanco
-Pimentón (opcional)
-Perejil
-Ajo (un par de dientes)

Tan sencillo como cocer la pasta y ponerla a escurrir. Se hace un sofrito sencillo con el ajo picadito y el pescado, esto es, gambas y almejas (o gulas, por ejemplo), se rehoga en aceite de oliva y se añade el vino blanco de cartón, del de cocina de toda la vida. Eso es el acompañamiento, y se le puede añadir un poco de pimentón  para darle color y la sal, para el sabor. Se pica un poco de perejil y se le añade. Por último, se le pone la pasta y se deja en el fuego para que los sabores se mezclen de manera uniforme. Se puede acompañar con una copa de vino blanco.



2) Pasta con setas

Consiste precisamente en eso: pasta con setas, y la receta es más sencilla aún.
Los ingredientes, para empezar, son:

-Pasta, a poder ser nidos, tallarines o espaguetis
-Setas, bastantes y frescas, sin veneno ni tierra ni tonterías
-Ajo
-Nata
-Perejil fresco

Se lavan las setas con agua corriente y se trocean con un cuchillo en trozos de dos o tres centímetros. Cocemos la pasta. Picamos el diente de ajo y lo ponemos en la sartén con aceite caliente. Antes de que se dore, se añaden las setas y se rehoga todo. Añadimos nata, que cubra bien las setas. Salpimentamos, y añadimos el perejil. Dejamos que cueza un poco, haga chup chup. Probamos la salsa. Si está rica, le añadimos la pasta y ya está lista para servir. Deliciosa, receta robada de unos italianos de Florencia con quienes viví hace unos años en Granada.



lunes, 9 de septiembre de 2013

El día a día

La otra noche estuvo bien. Estuvo bien por los planes, pero sobre todo por la gente. No sé si es que soy amigable o si en el extranjero es más fácil hacer amigos, pero aquí voy recolectando poco a poco. ¿Es difícil para vosotros determinar cuándo os hicisteis amigos de alguna persona? Recuerdo que, por ejemplo, quise o sabía que quería hacerme amigo de Juanpe tras una noche en la que nos quedamos en el piso "viendo" Lost in translation, aunque a la pobre de la Johansson no le hicimos ni caso y estuvimos hablando hasta las tantas. Como éste tengo otros casos que se me quedaron grabados a fuerza de rodearme de gente así.

La otra noche fuimos a cenar a casa de unos amigos, David e Iñaki, que hacían tortilla española y ya se echa de menos (yo hacía que no la probaba... buffff). La tortilla estaba en su punto, todo hay que decirlo. Después, para redondear la noche habíamos quedado en ir a un pub que se llama Uplands Tavern o algo por el estilo. Se trata de un sitio donde músicos y algunas bandas tocan en directo mientras tú te sientas en plan tranqui con tu cerveza o dosis de cafeína en la mano. De hecho, fuimos porque un chico sevillano toca ahí de vez en cuando con su guitarra y, puesto que aquí somos bastantes españoles, nos plantamos a las 9.30 acompañados por varias Erasmus francesas. Pues bien, tras la actuación de Salvi, que nos dejó por ejemplo algo de Manu Chao, estuvi(mos)eron echándose un billar del que pude ser testigo más tarde gracias a las facilidades que aporta la cámara integrada de mi móvil en el video.

Después, como viene siendo habitual, acabamos en casa (la nuestra es la mejor, muajajaja) para ver Ratatouille, que... por cierto, se nos hizo bastante pesada. Si es lo que digo, desde que nos pegamos estas sesiones de cine nos estamos volviendo de un tiquismiquis... Hoy se supone que íbamos a salir, pero por lo general estábamos bastante cansados y mañana hay otra fiesta en otra casa.

Ya para acabar, a ver si paso pronto las fotos que he echado hoy en la primera salida de la Photography Society. Me han dejado una pedazo de cámara reflex digital que es lo mejor que he tenido entre mis manos.


Halloween

Ha pasado casi una semana, de acuerdo, pero es que estoy pendiente de tantas cosas que se me olvida lo importante. Puesto que prometí crónica y no tengo ganas de contar, os dejo una minicrónica. Los disfraces fueron bastante improvisados o, como mucho, a una libra de coste máximo. Total, que allí que fuimos todos a casa de Sheila, aunque esa noche hubo (de la gente que nos solemos reunir) tres fiestas distintas. Si aquí estuvo la cosa bastante repleta, imaginad si todos hubiéramos ido al mismo sitio. Bebimos, bebimos y volvimos a beber en la prefiesta, de modo que algunos salieron de la casa con un pedo considerable. Por la calle nos fuimos encontrando a mucha gente que, al igual que nosotros, iba disfrazada, de modo que el tema de conversación surgía pronto. Había un chaval de la Drama Society que llevaba un traje azul con estrellas y gafas grandes coloridas, y decía que había salido de su casa como Harry Potter, pero que como perdió el sombrero, ahora era Elton John xD
Luego fuimos a un pub donde acabar la noche y nos reunimos bastantes más de los que estábamos al principio, aunque fue en plan perro (al menos por mi parte) y nos tiramos media noche tirados en un sofá. Pensaba que ese día era el fallo del jurado, pero lo pasé tan bien que lo olvidé completamente (I swear). Iñaki grabó unos videos, uno detrás de otro porque se acabó la batería, durante la fiesta en casa de Sheila. Realmente valen la pena. Un trozo de Halloween no británico, pero bastante Erasmus, desde Swansea al resto del mundo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Planning

Cuando conozcas a la gente, comienza a organizar cosas. Si tienes iniciativa, pronto se quedarán con tu nombre y tu cara. Esto, a la larga, es muy útil. Ya sabéis, eso de tener amigos hasta en el infierno... porque hay que aprovechar el tiempo y hacer excursiones, salir a cenar, organizar fiestas en casa, ir al cine o a un concierto. Descubrirás que Europa es un pequeño gran país en el que todos compartimos aficiones y tenemos mucho en común. Por eso es fácil dejar al margen el gueto español y tratar de mezclarse, al menos, con el resto de estudiantes europeos e internacionales. Si eres tú quien organiza todas estas actividades, ganarás puntos en la escala social y disfrutarás mucho más la experiencia de vivir en otra ciudad de otro país. No todos los días es factible hacer una fiesta, por mucho que haya quien aguante el ritmo. El plan tranquilo de pizza y peli suele tener mucho éxito y poder de convocatoria.
            Por su parte, los festivos y fines de semana son ideales para viajar. Basta con alquilar un coche y planear una excursión. Para eso está Internet o los amigos que ya han viajado por la zona para aconsejaros. No hay mejor guía de viaje que el mail desinteresado de un amigo que conoce un lugar. Te evitará chorradas turísticas, te descubrirá los lugares auténticos y te ahorrará dolores de cabeza. Esos viajes sirven, sobre todo, para fomentar la camaradería y amistad entre polos opuestos: encerrar a dos amigos que no empastan demasiado bien en un mismo coche puede suponer todo un experimento la mar de gratificante. Yo recuerdo en especial un viaje por el sur de Inglaterra que duró varios días, que no terminó nunca, que aún sigue si quiero.
Recuerdo ese viaje con cariño especial. Recuerdo todo. Que ese día madrugamos para reunirnos todos en la calle de al lado, en casa de Iñaki y David; que habíamos alquilado dos coches; que yo había grabado tres CDs con música variada.
            El plan era recorrer todo el sur en tres, cuatro días, un día en cada ciudad, cada noche en un albergue distinto. De entrada, la sensación era extraña. Los británicos conducen al revés, y eso se nota. Tratábamos de ir los dos coches seguidos, hubo algún pequeño problema con la conducción, nada serio. Hablábamos todo el tiempo, repostábamos, poníamos música y cantábamos: Shakira, Jarabe de Palo, Tulsa... cómo hemos cambiado desde entonces. Tengo vídeos de las carreteras, el puente de Gales, más carreteras, el verde, el verde, el verde, somos invencibles. Detenernos en otro pueblo a visitarlo y conocer otro lugar, parar a comer unos sándwiches, cocinar algo sencillo en el albergue, sentirnos familia sin bendecir la mesa. Que si un alemán, que si una italiana, que si que si... que sí. Visitar lugares históricos como Bath, donde Jane Austen, como Oxford, donde Lewis Carroll, como Stonehenge, donde la magia. Y siempre la misma música, las mismas fotos, los mismos vídeos, el sueño que pesa. Viajábamos con mapa, no con un moderno GPS, y no nos perdimos. Visitamos castillos y torres, iglesias y ruinas romanas. Comimos bien, bebimos bien, vimos películas. Fue en Oxford donde vi por primera vez Casi famosos, y aún me acuerdo de todo al dedillo.
            Fue uno de esos viajes que cambian las cosas. Sabíamos ya que éramos importantes, pero aprendimos que éramos una familia.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Koldo: una Erasmus III


Noviembre. Martes noche.
            Koldo abre el armario y busca ropa limpia. Bueno, le valdrá ropa no muy sucia. Huele una camisa arrugada y le da el aprobado, se la pone y oye un aviso en Facebook. Un mensaje de Marina: "Ey, ¿qué tal todo? Algunas noches me acuerdo de Oxford y de vosotros y hasta me da pena estar en casa. Besos a Alex y Dafne!!! Ya veo las fotos de las fiestas, locos! ;)". Koldo no responde; no tiene interés en mantener relación con Marina. No es mala chica ni nada, pero no le gustan las personas que se vienen abajo. Eso le pasó a Marina, que a las dos semanas de llegar empezó a obsesionarse con que no le gustaba, no entendía nada, echaba de menos su casa y a su familia. Una semana después, tuvo una crisis de ansiedad. Ni siquiera esperó a que comenzara el curso: se vino abajo. Por suerte, Dafne decidió quedarse con su habitación y no tuvieron problemas con el casero. Desde entonces, Alex, Stefan, Dafne y Koldo son una familia en la que siempre hay agregados: el novio de Alex, amigos de Stefan venidos de Alemania, los otros españoles Erasmus de Oxford...
            Esta noche toca fiesta italiana. Al parecer, consiste en vestir con mucho estilo, beber mucho Lambrusco y terminar a las seis de la mañana en casa de alguien comiendo espaguetis. También habrá pizza con el Lambrusco; no pinta mal. Koldo se mira al espejo y se dice que no parece italiano, aunque los españoles e italianos comparten un aire que los hace inconfundibles. Se engomina un poco el pelo, se pone las gafas de sol y sale al salón, donde hay cerca de veinte personas. Dafne se acerca, lo besa y le dice:
            -Estás hecho un chulo putas, ma tú sei molto bello.
            -No tienes ni puta idea de italiano -dice él.
            -Nevermind. I'm way better than you at English.
            La abraza por la cintura y anuncian que ya se pueden ir. Salen al frío de la noche y van entrando en los taxis de seis en seis. Al final, les basta con tres.
            Llegan de los primeros. De momento, sólo hay italianas cocinando como locas e italianos bebiendo como si no hubiera mañana. A Koldo le parece que a veces los clichés son clichés porque las personas los abrazan sin reparo. Naturalmente, la gente llega muy tarde, pero no importa. La fiesta comienza cuando alguien llega y empieza a hablar con otra persona. Encuentra muchos rostros nuevos, se desenvuelve por la casa de Lorenzo y Silvia como si fuera suya, y es que todas las casas de Oxford y de toda Inglaterra y todo Reino Unido parecen cortadas con el mismo patrón. Toda la fiesta transcurre sin incidentes, gente sentada en todas partes: sofás, suelo, cocina, escaleras, rellano, ventanas, todos comiendo y bebiendo salvo los que se aventuran en la sala de baile, un dormitorio reconvertido en discoteca por una noche. La música es horrible, pero a nadie le importa. Sólo quieren Shakiras, techno, reggeaton y algún clásico. A mitad de la fiesta, un chaval al que Koldo no pone nombre se le acerca. Viene bastante pedo; Koldo está seguro de que no entenderá su inglés, porque además, por si no tuviera suficiente, es nativo.
            -Hey, Carlos!
            -Koldo, my name's Koldo.
            El chaval sigue llamándolo Carlos durante toda la conversación, pero a él le da igual. Ya tiene el punto cómodo, podría llamarle Carmen y no le importaría. Se le ha acercado para preguntarle por una asignatura que comparten, ya que tienen que entregar un trabajo y está más perdido que él. Cuando acaba, se le acerca Ruth para preguntarle por ese chico. Ruth, que estudia lo mismo que él, es la mejor amiga de Koldo en su Erasmus, después, está claro, de Dafne, aunque son casos distintos.
            -¿Qué quería ése? ¡Preséntamelo!
            -Anda ya, si es un plasta. Viene el tío a preguntarme por el trabajo de Micro.
            -Hostia, mañana hay clase, ¿no?
            -Sí, y tengo que ir. Mi coordinador ya me ha dado dos avisos, dice que al tercero no deja que me presente en enero al examen.
            -Hijo de puta...
            -Bah, ya veré mañana. Me la suda, la verdad.
Dafne no tarda en venir a decirle a Koldo que se va, que al día siguiente trabaja. Aunque le gustaría quedarse hasta los espaguetis, sabe que la decisión correcta es acompañarla. Así, sabrá que le importa, y es la excusa idónea para irse a dormir y no perder la clase de Micro.

Se despiden de los más allegados, dan explicaciones y se deslizan por la puerta principal a la calle. Deciden volver andando, se matan a besos, paran en cada esquina, no sienten el frío. Esos recorridos nocturnos serán el mejor testimonio de su amor por años.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La noche más extraña de mi vida

No sé si lo fue o no, pero una de la más extrañas, sin duda; más extraña que la noche del perro en la escalera... Como bien sabéis, ayer era la Porno-Party en Swansea dentro del marco de la semana de los novatos que plantea la universidad. Quedamos un grupo de españoles para comprar las entradas, ya que iba a ir todo el mundo, y después hacer botellón en cualquier parte para ahorrarnos las consumiciones posteriores en la discoteca. La cuestión es que bajamos donde la fiesta porno, fácilmente identificable gracias a las tías en lencería fina colección Putón 2007 y a los tíos en gayumbos y todo tipo de artimañas para parecer chulos pornostar. Las entradas estaban agotadas. No me extrañó demasiado, pero sí que llevaran 2 horas agotadas. En cualquier caso, nosotros no nos amilanamos y tiramos pa una plaza que hay en el centro de la ciudad con un castillo semiderruido y una fuente en forma de pequeña catarata escalonada. Allí hicimos botellón y nos juntamos cerca de 20 personas entre españoles y algunos erasmus italianos y franceses.

En Swansea hace mucho frío, pero que mucho frío. Nosotros, que con la duda de si nos dejarían entrar en la porno party no nos abrigamos convenientemente, lo sufrimos en nuestras propias carnes. Vale que se está genial hablando de guay con la gente en la calle, pero según a qué temperaturas… así que al final decidimos ir a un pub de cuyo nombre no quiero acordarme (mi mala memoria). El gorila era un tío de Canarias que vende móviles en una tienda, aquí en Swansea, de modo que nos conocía y, si tenía que poner alguna pega, no la puso y entramos todos. El sitio estaba genial, con un montón de sillas y barras donde sentarte, mesas apartadas de la zona de baile, y aparte contaba con otra sala donde ponían otra música. Estaba todo lleno de gente medio disfrazada para una porno-party a la que no habían podido asistir. La música… conociéndome, lo cierto es que bah, siempre lo mismo. Total, que llegó la 1 y pico de la mañana, que aquí es considerablemente tarde (cierran los locales a las 3), así que decidimos irnos unos cuantos. Raquel (compañera de casa), Iñaki (otro Erasmus en Swansea) y yo nos fuimos juntos. Ahora empieza lo bueno…
Pasamos por muchas casas, pero resulta que una de ellas tenía en el jardín varios muebles, entre ellos un sofá sin sus cojines. Iñaki se mete en el jardín y le da por comprobar el estado del sofá. Parece que le gusta lo que ve. Le gusta tanto que propone llevárselo a su piso para colocarlo en el dormitorio, y he aquí que yo lo ayudo. Durante el trayecto, que no es moco de pavo ya que atravesaba media ciudad, los dos caballeros cargan con el armatoste ante la mirada de los jóvenes que llegan de fiesta. Algunos se ofrecen a ayudar, aunque nosotros declinamos amablemente su proposición, y uno pregunta que si lo hemos robado (:o). Cuando llegamos sólo tuvimos que subirlo tres plantas arriba en una de las escaleras más estrechas en las que se ha subido un sofá. Podréis decir: menuda trola se ha inventado el menda, pero hay pruebas que atestiguan los hechos.
Llegué a casa con la lengua seca y los brazos insensibilizados. Ahora bien, antes de seguir os pongo en antecedentes. Todo Reino Unido está pendiente del caso Madeleine, pero mi barrio, Brynmill, tiene una segunda preocupación: el caso Alice. Alice es una gata que se perdió por aquí hará unas semanas, y sus dueños lo llenaron todo de carteles para recuperar a la mascota perdida. Cuando entrábamos en casa muertos de frío y con témpanos que nacían de nuestras narices, encontramos en mitad de la calle a una gata negra y blanca que ya habíamos visto días atrás. A mí los animales me dan bastante lo mismo (remitámonos del nuevo a la noche del perro), pero Raquel no pudo sino obligarme a llamar al animal para cogerlo. Lo llamé, lo cogió y lo metimos en casa a eso de las… 2 de la mañana. Ya era nuestro, pero no teníamos teléfono ni dirección. Dejamos al gato en la casa (con toda la conciencia del mundo de que había una alemana y un húngaro durmiendo a los que no les haría mucha gracia despertarse y encontrar al animal pululando por ahí) y volvimos a salir, yo reticente, ella tirando de mi brazo, para localizar el papel de socorro. Nos recorrimos varias calles de alrededor, pero no hubo suerte, así que cuando llegamos a casa se nos ocurrió… mirar al cuello, al collar! Y había un número!!! De modo que me tocó a mí llamar (no sé por qué todos piensan que es más apropiado que Jose sea el que hable), pero no respondió nadie (es como si en España te llaman a las 4-5 de la mañana). Le pusimos leche, pero si Raquel se la daba, no la quería; si era yo, el gato caprichoso bebía. Bebía y me seguía. Y pretendía colarse en mi dormitorio! Pero al final Raquel tomó la decisión de dejar al gato en su cuarto hasta la mañana siguiente y yo me desentendí.
A la mañana siguiente, nada más levantarme, lo primero que fui a comprobar fue si el gato estaba bien. Pero el gato no estaba… Raquel lo había dejado marchar a mitad de la noche. Por lo visto, el gato se puso nervioso y estaba yendo de acá para allá dando saltos, maullando, ronroneando, subiendo a la cama, rascando en la puerta y, y, y mirando el cristal que da a la calle. Raquel se despertó, abrió la puerta, dejó que el gato saliera, volvió a la cama y pensó: “Dios mío, ¿qué he hecho?” Lo cierto es que hoy la hemos estado atormentando durante todo el día con la historia del gato, pero esta vez tiene final feliz. Esta noche ha salido a la calle antes de acostarse por si estaba el gato, y estaba. He vuelto a llamar y se ha puesto una mujer. Me ha dicho que el gato vive en esta misma calle, que no se ha perdido sino que está suelto por los alrededores, y que podía dejarlo salir sin problemas. Lo hemos dejado libre. A los 5 minutos han llamado al timbre y era una chica con el pelo azul y la cara y el cuerpo cubiertos de tatuajes que se ha presentado como la dueña del gato. Nos ha dado las gracias por avisar, y aunque por ahí sigue habiendo una gatita Alice desaparecida, nosotros al menos conocemos a una de las vecinas.

Jo, qué noche.

domingo, 1 de septiembre de 2013

La calle es nuestra

Basta con viajar un poco para descubrir diferencias culturales. España es conocida en el mundo entero, y esto es nuevo, por el botellón. Sí, el hecho de que la gente quede en la calle para beber hasta reventar, para beber sin pagar la diferencia que se llevan los establecimientos, en grupos numerosos, decenas, cientos, miles de personas en la calle a pesar del frío, a pesar del calor. Tampoco es algo tan extraño. La gente también bebe en la calle en otras partes, en algunas regiones de Francia o Italia, también en Lisboa, el Bairro Alto de Lisboa lleno de gente por la noche.
            En otras partes, como en Reino Unido, si bien no está permitido eso de reunirse a beber en la calle, las consecuencias repercuten en la vía pública. Con esto de que los locales cierran tan temprano, la costumbre es beber sin ton ni son antes de que echen al personal a la calle, de modo que no es extraño salir a las doce o una y encontrarlo todo lleno de gente borrachísima. El escándalo es enorme; la decencia, mínima. La diversión, como no podía ser de otro modo, desatada.
            Pero la calle no sólo tiene por qué suponer alcohol y farra. La calle supone una fuente de anécdotas y souvenirs para cualquier estudiante que se precie. Y es que los estudiantes, último eslabón de la cadena económica, tienen que sobrevivir a fuerza de ingenio y sabérselas todas para conseguir una vida idónea. Recuerdo una noche, cuando volvíamos de fiesta, las tres o cuatro de la mañana, Swansea, Gales, un frío del carajo, frente a una casa, en la calle, un sillón de piel. El más avispado no tardó en enamorarse de él y tomamos la decisión de cargarlo en brazos hasta casa, y eso hicimos. Lo cargamos por la calle como si fuéramos en procesión, cantando, gritando y riendo. El sillón estuvo ahí todo el curso, pero es que además al poco encontramos un sofá que también nos llevamos.
            Por no hablar de carros de supermercado. Todo piso y casa de estudiantes que se precie ha de tener un carrito de supermercado de uno de esos días en los que el presupuesto está demasiado apretado como para viajar en taxi y la compra es ingente. De modo que nada, a arrastrar el carro por media ciudad, y al final aparcarlo en el jardín trasero o en medio del salón como una decoración de lo más original. Además, siempre se le puede encontrar utilidad. Los últimos días, por ejemplo, se puede meter ahí la comida restante, la ropa y cosas que no te vas a llevar a tu país, y hacer un tour de despedida por las casas de todos tus amigos: para hacer más llevadero el adiós, dejarles un kilo de arroz y una botella de vino o un canasto para la ropa sucia puede ser aliviante.
            Pero si la calle es importante para algo, es para conocer gente. Hay que saludar a los vecinos, invitarles a las fiestas en casa, preguntar qué tal el día... Si tienes suerte de vivir en un país donde el clima permita pasar mucho tiempo en la calle, cuentas con una oportunidad única para conocer a tropocientas personas. Grupos de jóvenes que pasan de madrugada con ganas de diversión, los misteriosos vecinos al otro lado de la calle, compatriotas a los que reconoces por la lengua, etcétera. Anímate a abordarlos, aprovecha ocasiones especiales como carnavales, Halloween, Fiesta de la Primavera, celebraciones con fuegos artificiales, celebraciones de calles y barrios... Si te involucras en la vida de tu barrio y ciudad, conseguirás lo excepcional: conocer nativos con quienes mejorar el idioma de forma espectacular y con quienes mantener la amistad cuando tengas que volver a casa. Así, siempre tendrás casa en tu ciudad Erasmus, aunque eso a estas alturas no lo dudamos, ¿cierto?
            ¿Cómo darle vida a la calle? ¿Cómo hacer la calle nuestra? Hay países donde la gente, de correcta, es sosísima. Decora un poco tu fachada, dibuja caras sonrientes en tu ventana, algo que la distinga del resto, pon musiquita sin molestar, pero que se note. La música da alegría. Si tocas algún instrumento, anímate a hacer un poco de música callejera, pero no te limites al centro de la ciudad con los otros buskers, sino a tu barrio. Toca frente a casa, llama a tus amigos erasmus e improvidad un conciertito que anime el cotarro. Todo esto, si se hace desde el respeto y teniendo en cuenta a los vecinos, puede ser un gran punto a vuestro favor. Quién sabe, puede hasta que ganes algún dinerillo si pones una gorra. Desde luego, conocerás gente. Haz una barbacoa con más gente y ofrece hamburguesas y perritos a los curiosos de la calle. Así, si en principio se sienten molestos, descubrirán que hay buena voluntad tras el gesto y transigirán. Os haréis amigos.

¡Viva la calle!

jueves, 29 de agosto de 2013

Una cuestión de clase


La parte menos agradable de la Erasmus o cualquier otro traslado universitario no tiene por qué ser la más desagradable. Como todo, depende de la filosofía con que se asuma y del partido que se le quiera sacar a la experiencia.
            A la hora de elegir tu destino, aparte de factores como clima y fiesta, ten en cuenta el prestigio de la universidad en el ámbito que a ti te interese. Puede que estudiar Física en Oxford sea genial, pero tal vez no sea el sitio idóneo para Biología Marina. Además, el prestigio de las universidades puede limitar tus posibilidades de obtener la beca, ya que tendrás que competir con más candidatos, pero con toda seguridad valdrá la pena cuando te la concedan, sea donde sea. Tu universidad y tu ciudad se convertirán en la única, en la mejor, y no hay vuelta de hoja.
            Como digo, cuando llegues, a pesar de que lleves un preacuerdo negociado con tu coordinador, puede que algunas de las asignaturas que supuestamente se cursaban se hayan eliminado ese año por cualquier motivo (recortes presupuestarios, pocos alumnos matriculados, lo que sea) y tengas que buscar una alternativa. Por lo general, coordinador de universidad de origen y coordinador de universidad de destino se rigen por los acuerdos de años anteriores, para eliminarse trabajo a sí mismos y a vosotros. Normalmente os dejarán mayor libertad a la hora de escoger en créditos de libre configuración. Aprovechad la ocasión y sed creativos, cursad asignaturas interesantes y creativas aunque no tengan que ver con vuestra carrera. Yo, por ejemplo, a pesar de que estudiaba Traducción e Interpretación, me matriculé en una asignatura de análisis de guión televisivo. Fascinante, desde luego. Distinto, desde luego. Inolvidable, desde luego (son los únicos apuntes que conservo de mi Erasmus). Para elegir, es frecuente que la primera semana se os permita asistir a las clases para echar un vistazo, conocer al profesor y su programa, y así decidir si os convence o no. Lo bueno de ser estudiante internacional es que a la hora de firmar la matrícula suelen ser más flexibles con los plazos precisamente para que los estudiantes encuentren su lugar en lo académico a la vez que descubren la ciudad y a sus nativos. Cuando ambos coordinadores tengan el acuerdo firmado por ti, no habrá marcha atrás y ésas serán tus asignaturas definitivas.
            Mucha gente no se quiere ir de Erasmus por miedo a que no les convaliden, aunque, como digo, todo es cuestión de a qué universidad se dirige uno. Para saber qué es conveniente, lo mejor es preguntar en tu universidad de origen, en secretaría o Relaciones Internacionales qué destinos son los más acertados para tu titulación. Esto puede ahorrar disgustos y quebraderos de cabeza. Si te informas bien, pueden incluso quitarte algún hueso, la típica asignatura que la gente lleva arrastrando media carrera, de forma más fácil e igualmente válida. Pregunta, que ya eres mayor. Infórmate, joder, muévete un poco. No me llores.
            Empieza el curso y ahora no entiendo NADA porque las clases las dan en húngaro o en francés o finés o inglés con acento escocés muy marcado. No desesperes. Por norma general, las universidades de destino suelen tener unas semanas previas al año académico en las que los estudiantes internacionales pueden hacer cursos de inmersión lingüística de forma gratuita o muy económica. Puede suponer una forma excelente de conocer gente, de empezar a comunicarse en la lengua nueva y de luego no lamentarnos a la hora de llegar a las clases. Del mismo modo, hay asignaturas que pueden ayudar a conocer la cultura. Me parece muy divertido que casi todos los estudiantes internacionales de la Universidad de Granada tengan alguna asignatura sobre Federico García Lorca. No es ninguna estupidez, claro está. Ya que estás en otro país y ciudad, trata de empaparte de su cultura, historia e idiosincrasia. En mi caso, cursé una asignatura llamada "Background to Wales", es decir, algo así como Historia de Gales, qué acontecimientos históricos hicieron que Swansea y Gales derivaran en lo que ahora son. Un profesor era estupendo, pero había otra profesora con acento galés imposible. En cualquier caso, me pareció muy interesante el resultado final.


            Cuando tenemos más o menos asumido el problema lingüístico, se hace relativamente fácil seguir el curso de las clases. Tampoco hay demasiadas horas de clase para los estudiantes internacionales, ya que además tienen limitados créditos a los que se pueden matricular, de modo que lo conveniente es ir a clase. No es preciso ir siempre, de acuerdo; de hecho, muchos profesores optan por reducir las clases presenciales en favor del trabajo en casa. Ya sé que vas a estar todos los días de fiesta o de viaje, pero no seas tonto. Te lo pondrán más o menos fácil en función del profesor, pero al fin y al cabo los profesores suelen tener benevolencia con aquellos que han demostrado interés y espíritu crítico. Pregunta. Si dudas, pregunta. Participa en clase con tus limitaciones lingüísticas. Un problema grave que tenemos los españoles en comparación con la mayoría de países europeos es el sentimiento de vergüenza, el sentido del ridículo. "Si pregunto, pensarán que soy tonto, que no lo entiendo". Si estás en clase es para aprender, y si no lo entiendes todo por el idioma, puedes hablar al final de clase con el profesor y exponerle tus dudas. Al final, lo de asistir a clase y trabajar es una decisión muy personal, de modo que cada uno tendrá que acarrear con sus decisiones, pero no lo vas a tener más fácil nunca. Pon un poco de tu parte. Si tienes suerte, puede que tengas a tu coordinador pendiente todo el día de que trabajas y asistes a clase, pero insisto en eso de que no eres un crío y sabes muy bien cuál es tu responsabilidad. Aprovecha las lecciones académicas tanto como las vitales. Al final, todo converge.

martes, 27 de agosto de 2013

Entre fogones: Consejos culinarios para tipos nulos como yo


1. Cualquier cosa con queso sabe mucho mejor. Eso es así.

2. La verdura de supermercado es el mal. Vete a cualquier comercio local o una frutería pequeña donde la fruta y hortalizas vengan de una huerta real, no de una cámara frigorífica.

3. Especias. Son la diferencia entre alimentarse y comer. Procura tener siempre romero, tomillo, perejil, nuez moscada, curry... experimenta, juégatela. De nada.

4. Si puedes asarlo, no lo frías. Si lo fríes, usa aceite de oliva de Jaén.

5. No, no todo sabe a pollo. Aprende a distinguir el cerdo de la ternera y el conejo del pollo. Atrévete con el pescado de vez en cuando.

6. Olvídate del pan de molde para acompañar tu comida. Crece y levántate a por una barra de pan todas las mañanas.

7. Nunca pondrás la cantidad correcta de sal. Asúmelo. Peca por defecto, no por exceso.

8. El Sandevid no es la bebida idónea para acompañar el pescado en salsa verde. Tampoco para la pasta o la carne. De hecho, no  sirve para acompañar nada.

9. La cebolla, cuando se cocina, aporta dulzura y suavidad al plato. No, la cebolla no pica y mejora cualquier salsa en un ochenta y siete por ciento de los casos.

10. Si se te pasa el arroz, llámalo risotto.

11. La tortilla de patatas, con cebolla y leche para que esté más suave.

12. El tomate frito de bote de toda la vida se consigue poniéndole un poco de azúcar al tomate triturado en la sartén. Con todo, ponle la sal necesaria.

13. El azúcar no anula a la sal.

14. Para salsas, mejor leche de coco que nata (por eso de la cantidad de grasa en sangre).

15. Freír un huevo NO es fácil.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Correspondencia

Te aconsejo algo: nada más llegar, compra un corcho para la pared si no lo tienes. Nada más llegar, escribe un email a todos tus amigos, a todos tus conocidos, a la familia, con tus primeras noticias y tu dirección. Diles que te gustaría saber de ellos, que de vez en cuando les escribirás. Que te escriban postales y cartas, porque no hay nada más bonito que despertar con el sonido del cartero colando las cartas en el buzón (¡hoy hay correo!). Escribe cartas, muchas cartas y postales, olvida los emails.
¿Qué tienen de especial las cartas? Están escritas a mano, que podría parecer poca cosa, pero esa impronta llega más hondo. Cuando llegan cartas y postales nace un juego. Reconocer la letra en el sobre, ¿quién habrá sido?, abrirlo con cuidado para no romper el interior, descifrar las palabras manuscritas, ¿qué pone aquí, amar o alzar?, todo el ritual. Encerrarse en el dormitorio, abrir la carta y leerla en privado. Compartir ese momento. Pensar que la última persona en ver, en tocar, en leer ese papel y tinta ha sido quien la ha enviado. Pensar que compartís un secreto. Entonces, recordar los momentos juntos, por qué sois amigos, por qué os escribís. No se le escriben cartas a cualquiera.
            Cada postal que llegue, al corcho, a recopilar el mundo en tu habitación, a vivir vidas de otra gente y llegar a lugares que de otro modo aún no conoces. Escucha música mientras lees las cartas. A la hora de escribir, hay que tener cuidado. Las cartas escritas a partir de las cuatro de la mañana desvelan demasiado, porque la noche nos vuelve criaturas frágiles. También es la mejor hora para escribir, porque si pensamos mucho las cosas, a veces no hablaríamos. Mejor vomitarlo todo que estar callado.
            Ten un cajón para la correspondencia. Si lo necesitas, te enviarán cosas que echas de menos: revistas, fotografías, sobres con Colacao... a mí me envió una amiga varios sobres de colacao y aún, cuatro años después, guardo uno sin abrir. Nunca lo abriré, estoy convencido. Pide a tus visitas lo que necesitas, principalmente comida que no encuentras en tu país de acogida. Así te ahorras los portes.
            Pero claro, para que una relación funcione, tienen que poner de su parte ambos lados, de modo que trata de escribir postales, que son baratas y no necesitan demasiadas líneas, y envíalas a todo el mundo que te importa. Entonces, te llegará una avalancha de correo, un día una postal, otra al siguiente, cartas con detalles, sorpresas, secretos...

            No olvides escribir a tus padres, aunque sea una vez, aunque ellos no escriban, una carta o postal de agradecimiento, a pesar de que habléis a diario. Valorad lo que tenéis, seguramente en casa os echarán más de menos que vosotros a ellos, ya que vuestra estancia os volverá involuntariamente egoístas. Al estar inmersos en una experiencia tan intensa, todo lo que sucede alrededor pierde el cariz de importancia. Vosotros, en la distancia, ignorantes del mundo, sois importantes.

viernes, 16 de agosto de 2013

Fresher's Week: qué, cómo, cuándo, por qué

Sucede que a veces, cuando llegas a un destino Erasmus muy concurrido, la embajada de la ciudad prepara un encuentro con los estudiantes españoles. Yo, como no estaba en un destino muy concurrido ni en una ciudad muy grande, no pude vivir esta experiencia.
No obstante, el finde antes de que comenzara el curso prepararon una fiesta de presentación para los estudiantes internacionales (oséase, no sólo españoles: japoneses, chinos, suecos, egipcios... de todo; ésa es la riqueza erasmus). En esa fiesta nos enseñaron unos bailes tradicionales galeses y nos invitaron a probar algunos platos típicos. Además, tuvimos la ocasión de conocer a las autoridades de la ciudad: el alcalde, supongo que algún concejal o como se llamaran, al rector, etcétera. Es una ocasión excepcional para empezar a conocer gente. Recuerdo perfectamente que fue ahí donde conocí a mis primeros amigos erasmus, personas que me acompañarían durante meses y se convertirían en familia y cómplices. Total, aprovechad la ocasión para conocer a las primeras personas imprescindibles en vuestro Erasmus. Enjoy!
Los primeros días conocerás a muchísima gente, te invitarán a fiestas ¡organizadas por la Universidad! con el único propósito de que te integres. Intégrate. Busca chicos, chicas, vodka, tequila, condones. Busca todo lo que sea necesario para conocer gente: no hay mejor modo de conocer a alguien que mezclando fluidos. No me malinterpretéis: cada cual mezclará distintos fluidos, desde la saliva y los cubatas, los chupitos a esos fluidos que sólo se comparten en la intimidad o, por qué no, habrá quien mezcle un alemán e inglés fluidos (o chapuceros) para hacerse entender. La cuestión es que en la Erasmus, quieras o no, habrá muchas fiestas. De todo tipo: fiestas en carpas, fiestas en casas, en discotecas, en la calle (si en algo somos expertos es en exportar el Botellón). Ten cabeza. Qué quieres que te diga. Si te hartas desde el principio igual no vale la pena. Habrá muchas fiestas.
Ve a cuantas más, mejor. Y si te quedas prendado por esa pelirroja bajita o por aquel alemán de hoyuelos y sonrisa profidén, adelante. El corazón es imparable.
Para las fiestas en las casas lo mejor es que cada cual lleve su comida y bebida, tener un portátil disponible y altavoces. Lo suyo sería tener Internet para usar Spotify: IMPRESCINDIBLE para pinchar música y hacer listas fiesteras, y ya os tenéis que preocupar de un asunto menos.

Todas las universidades con tradición de estudiantes de todas partes, esto es, con tradición universal, aprovecha la primera semana o Semana de los Novatos para dar a conocer todas sus posibilidades. Desde los locales molones hasta las distintas asignaturas (por lo general, podréis aprovechar esta semana para ir a las clases y ver si os interesan las diversas materias y/o profesores), pasando por todas las asociaciones estudiantiles de que disponen las universidades (no sé, club de fotografía, de cine, bandas de música...) y que son lugares únicos para conocer gente con aficiones afines a las tuyas. En esta primera semana hay más fiesta que de costumbre, lo pasarás muy bien, conocerás decenas y docenas de estudiantes internacionales (algunos de los cuales no volverás a ver en tu vida), pero aprovecha estos días para hacerte un hueco en ese mundo difícil que puede resultar una universidad extranjera, ¿hecho? Puede que las decisiones de la Fresher's Week condicionen el resto de tu estancia Erasmus, así que al menos aprovecha para conocer la institución y la ciudad. Cuanto más lo dejes, más tiempo estarás perdiendo, y el tiempo en el año Erasmus es algo precioso y muy valioso, pues cuando te quieras dar cuenta estarás despidiéndote de la primera hornada de internacionales y sentirás profundamente no haber pasado más tiempo de provecho.

jueves, 15 de agosto de 2013

Koldo: una Erasmus II

Huele distinto. Koldo acaba de pisar por primera vez en su vida suelo inglés. God bless the Queen, piensa, y sonríe. Al final se pilló un vuelo con Marina, la chica de Girona que hace Educación Especial. Están nerviosos, están emocionados, ya están ahí. Además, es 2 de septiembre, de modo que tienen muchísimo tiempo hasta que empiecen las clases para conocer la ciudad y hacerse una idea de la vida ahí. En el aeropuerto, mientras esperan para coger las maletas, conocen a una chica canaria. Se llama Dafne y es menuda, morena, una bomba. Koldo la ayuda con un maletón casi más grande que ella e intercambian números de teléfono, correos y facebooks. Ya han conocido a la primera cómplice de su vida en Oxford. Les explica que ella viene a Inglaterra a trabajar, que le habían dicho que siempre contrataban a españoles en hoteles y restaurantes. Koldo se da cuenta de que aún es un crío, de que hay gente como él, más joven que él que le echa huevos a la vida. Dafne tiene veinte años, no habla inglés y se ha plantado en Oxford sola con el saldo suficiente para sobrevivir unos días hasta que encuentre algo. Koldo le propone que se mude con ellos unos días y a Marina la idea le parece bien. Al final, contra todo pronóstico, han decidido prescindir del alojamiento universitario y se han ido a vivir con una chica de Bristol y un alemán llamado Stefan. Se van los tres en el bus que los lleva a la ciudad y Koldo se da cuenta de que Dafne es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo, de que el destino dispone de modos que escapan al control del hombre.
            En la estación de autobuses comparten taxi, intentan pronunciar todos ellos la dirección lo mejor que pueden, aunque el taxista les pide un papel para que no haya confusiones. Los minutos que dura el trayecto a casa, entre la incertidumbre y los intentos infructuosos por entablar conversación con el taxista, Koldo duda. Tal vez esta idea haya sido una puta mierda. ¿Y si no entiende nada? ¿Y si lo suspende todo?  No obstante, la presencia de Marina y Dafne es reconfortante. Nada es tan malo con ellas a su lado. Además, parece que esa semana va a hacer buen tiempo y podrán hacer mil excursiones por la ciudad.
De momento, bromean en el taxi y se fijan en cada calle, todas iguales, todas distintas, y se preguntan cuánto tardarán en conocerse la ciudad. De momento, se trata sólo de un fantasma desconocido y enorme. Llegada una calle, el taxista dice algo y reduce la velocidad.
            -Welcome to Oxford -dice con un acento tan real que les deja el corazón en el estómago. Así no suena el inglés que les han enseñado hasta hora, menuda panda de mentirosos.
            -Thank you -resuelve Marina, y bajan del taxi.
            Miran el número en el papel, se despiden del taxista y se dirigen juntos a la puerta. Llaman al timbre y aparece Alex, la chica inglesa que, como habían acordado, espera su llegada. Les regala un gesto extraño cuando ve que, en lugar de dos, son tres. Koldo explica que han encontrado a Dafne en el aeropuerto y se quedará con ellos hasta que encuentre algo. Alex responde que le parece bien mientras se quede en sus cuartos. Ya son cuatro en la casa, y está por llegar Stefan, el alemán, que viene justo cuando empiece el curso. Un tipo sale de dentro y se presenta.
            -He's just a friend -dice Alex.
            -Mark -se presenta el hombre.
            Parecen una familia, y Alex propone enseñarles sus habitaciones. Marina tiene la pequeña porque era más barata, de modo que deciden que Dafne se quede con Koldo esos días. La habitación de Koldo es exactamente como la imaginaba: hortera, con papel en las paredes y moqueta. Por lo demás, no está mal. La ventana da al patio trasero y parece cómoda. Koldo y Dafne abren las maletas y lo sacan todo poco a poco, aunque ella prefiere dejar gran parte de su ropa dentro: comida, aceite, ropa interior, dinero, abrigos, calzado, medicinas... Koldo abre el ordenador y pone algo de Eric Clapton; se sorprende al ver que Dafne tararea las canciones.
            Al poco, Marina entra en la habitación y comparten impresiones. Necesitan Internet, necesitan la clave del wifi y se la piden a Alex. Se conectan: escriben algún mail, actualizan sus estados, abren Skype. Son. En la distancia, son parte de algo.