Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

miércoles, 21 de agosto de 2013

Correspondencia

Te aconsejo algo: nada más llegar, compra un corcho para la pared si no lo tienes. Nada más llegar, escribe un email a todos tus amigos, a todos tus conocidos, a la familia, con tus primeras noticias y tu dirección. Diles que te gustaría saber de ellos, que de vez en cuando les escribirás. Que te escriban postales y cartas, porque no hay nada más bonito que despertar con el sonido del cartero colando las cartas en el buzón (¡hoy hay correo!). Escribe cartas, muchas cartas y postales, olvida los emails.
¿Qué tienen de especial las cartas? Están escritas a mano, que podría parecer poca cosa, pero esa impronta llega más hondo. Cuando llegan cartas y postales nace un juego. Reconocer la letra en el sobre, ¿quién habrá sido?, abrirlo con cuidado para no romper el interior, descifrar las palabras manuscritas, ¿qué pone aquí, amar o alzar?, todo el ritual. Encerrarse en el dormitorio, abrir la carta y leerla en privado. Compartir ese momento. Pensar que la última persona en ver, en tocar, en leer ese papel y tinta ha sido quien la ha enviado. Pensar que compartís un secreto. Entonces, recordar los momentos juntos, por qué sois amigos, por qué os escribís. No se le escriben cartas a cualquiera.
            Cada postal que llegue, al corcho, a recopilar el mundo en tu habitación, a vivir vidas de otra gente y llegar a lugares que de otro modo aún no conoces. Escucha música mientras lees las cartas. A la hora de escribir, hay que tener cuidado. Las cartas escritas a partir de las cuatro de la mañana desvelan demasiado, porque la noche nos vuelve criaturas frágiles. También es la mejor hora para escribir, porque si pensamos mucho las cosas, a veces no hablaríamos. Mejor vomitarlo todo que estar callado.
            Ten un cajón para la correspondencia. Si lo necesitas, te enviarán cosas que echas de menos: revistas, fotografías, sobres con Colacao... a mí me envió una amiga varios sobres de colacao y aún, cuatro años después, guardo uno sin abrir. Nunca lo abriré, estoy convencido. Pide a tus visitas lo que necesitas, principalmente comida que no encuentras en tu país de acogida. Así te ahorras los portes.
            Pero claro, para que una relación funcione, tienen que poner de su parte ambos lados, de modo que trata de escribir postales, que son baratas y no necesitan demasiadas líneas, y envíalas a todo el mundo que te importa. Entonces, te llegará una avalancha de correo, un día una postal, otra al siguiente, cartas con detalles, sorpresas, secretos...

            No olvides escribir a tus padres, aunque sea una vez, aunque ellos no escriban, una carta o postal de agradecimiento, a pesar de que habléis a diario. Valorad lo que tenéis, seguramente en casa os echarán más de menos que vosotros a ellos, ya que vuestra estancia os volverá involuntariamente egoístas. Al estar inmersos en una experiencia tan intensa, todo lo que sucede alrededor pierde el cariz de importancia. Vosotros, en la distancia, ignorantes del mundo, sois importantes.

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