Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

domingo, 15 de septiembre de 2013

Los días raros

Regrets collect like old friends
Here to relive your darkest moments
I can see no way, I can see no way
And all of the ghouls come out to play
And every demon wants his pound of flesh
But I like to keep some things to myself
I like to keep my issues drawn
It's always darkest before the dawn

Florence and The Machine


No todo iba a ser divertido, ¿verdad? No todo iba a ser jiji, jaja. No todos los días iban a brillar con la misma luz, no todos los amigos se quedarían, no todas las promesas habrían de persistir.
            Digamos que un día, por ejemplo, te despiertas y al poco te llaman por teléfono para decirte que ha muerto alguien querido, un familiar, digamos que tu tío. Sientes que no es tu destino Erasmus el lugar donde deberías estar, que tal vez tu familia agradecería que estuvieras con ellos. No puedes hacer nada salvo pensar en los momentos con esa persona, en lo que le dirías, en lo que no, en lo que habéis vivido juntos. Piensas en tu familia, tratas de superar la pérdida a miles de kilómetros de distancia, a horas de vuelo, a mucho dinero que os separa. Te encierras en tu habitación, no dices nada. Te preguntan si te vienes a esta fiesta esta noche y dices que irás más tarde, porque ese día y no otro tienes la conversación más importante de tu erasmus.
            Hace dos días te llegó la carta de la chica a la que quieres llena de dudas, de preguntas, de confesiones incómodas. De incertidumbre. Qué mal, joder, si pudiera estar en casa, si estuviera en España, si fuera impulsivo y viajara de cualquier modo, sin planteármelo sin más, comprando el billete y presentándome ahí. Pero ese día sólo quieres llorar, y pones el Skype y tampoco dices que se ha muerto tu tío, porque sólo importáis tú y ella. Y habláis, y dices mil frases que con el tiempo olerán bajo la piel como el hueso podrido en la tierra. Dices ojalá, y dices eres tú, y dices soy yo, y somos, y tequiero, por qué no decirlo, y dices confío en ti, y dices ya queda menos, y seamos fuertes. No sabes si las palabras llegan con fuerza a través de Internet, ese fantasma tecnológico que se ha convertido en tu más fiel aliado, porque las palabras no salen con fuerza de tu boca por culpa del nudo de alambre en que se ha convertido tu esófago, y hablas y habláis, y escuchas y el ruido es sordo.
            Al fin, cuando sales a la calle, cuando te excusas porque tienes que salir, coges la cazadora y caminas solo por la calle. Caminas solo. Llueve, y das gracias a que Gales sea lluviosa, porque de otro modo las lágrimas serían demasiado evidentes, porque el agua barre tu cara, porque para cuando llegues a la fiesta, se habrá pasado la congestión. Puede que bebas sin más, trates de olvidar, sonrías, bailes detrás de una cerveza, hagas fotos, trates de que los demás se diviertan, porque sería egoísta pretender arrastrar a los demás contigo, a tu drama. Te acabas la cerveza, te haces a un lado y piensas, y sientes que estás solo. Habrá cincuenta, sesenta personas a tu alrededor, pero es como si estuvieras solo. Joder, qué mal, piensas. Joder, qué mal, bebes.
            A las cinco, seis, te recoges y nada más llegar abres el portátil en la cama. No hay rastro de nadie, ni un email, ni una conversación a deshoras. Tu nuevo mejor amigo se conecta en su cama a dos calles de ti. Le hablas por el chat de Facebook: "Hoy se ha muerto mi tío", escribes. Te sientes agradecido. Después de todo, no estás tan solo. Duermes.


Como ese día, puede que haya muchos. Días en los que, a pesar de la gente, sólo te apetezca estar solo, en los que te hartes del frío, del idioma, de no estar en casa.
            Esos días te escudarás tras la ventana a escuchar música triste, canción de autor y rock melancólico. Algunos días optarás por no salir de casa, quedarte metido en la cama lejos del ruido de la gente y del ritmo del mundo. Tal vez te llegue una carta importante, una de esas escritas a mano donde las cosas hieren más que afirman. No desistas, la vida no era fácil. Lo estás aprendiendo. Habrá cientos de días en tu vida en los que te cansarás de estar en ti, de ser lo que eres, de hacer lo que has decidido.
            Pero esos serán los menos. Es, como digo, un día en toda una estancia el que queda grabado. Más abajo, entre las tripas y el corazón, estarán los nombres de tus amigos, los viajes, las anécdotas. Amarás tanto haber estado triste para valorar la felicidad...

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