Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

miércoles, 4 de septiembre de 2013

La noche más extraña de mi vida

No sé si lo fue o no, pero una de la más extrañas, sin duda; más extraña que la noche del perro en la escalera... Como bien sabéis, ayer era la Porno-Party en Swansea dentro del marco de la semana de los novatos que plantea la universidad. Quedamos un grupo de españoles para comprar las entradas, ya que iba a ir todo el mundo, y después hacer botellón en cualquier parte para ahorrarnos las consumiciones posteriores en la discoteca. La cuestión es que bajamos donde la fiesta porno, fácilmente identificable gracias a las tías en lencería fina colección Putón 2007 y a los tíos en gayumbos y todo tipo de artimañas para parecer chulos pornostar. Las entradas estaban agotadas. No me extrañó demasiado, pero sí que llevaran 2 horas agotadas. En cualquier caso, nosotros no nos amilanamos y tiramos pa una plaza que hay en el centro de la ciudad con un castillo semiderruido y una fuente en forma de pequeña catarata escalonada. Allí hicimos botellón y nos juntamos cerca de 20 personas entre españoles y algunos erasmus italianos y franceses.

En Swansea hace mucho frío, pero que mucho frío. Nosotros, que con la duda de si nos dejarían entrar en la porno party no nos abrigamos convenientemente, lo sufrimos en nuestras propias carnes. Vale que se está genial hablando de guay con la gente en la calle, pero según a qué temperaturas… así que al final decidimos ir a un pub de cuyo nombre no quiero acordarme (mi mala memoria). El gorila era un tío de Canarias que vende móviles en una tienda, aquí en Swansea, de modo que nos conocía y, si tenía que poner alguna pega, no la puso y entramos todos. El sitio estaba genial, con un montón de sillas y barras donde sentarte, mesas apartadas de la zona de baile, y aparte contaba con otra sala donde ponían otra música. Estaba todo lleno de gente medio disfrazada para una porno-party a la que no habían podido asistir. La música… conociéndome, lo cierto es que bah, siempre lo mismo. Total, que llegó la 1 y pico de la mañana, que aquí es considerablemente tarde (cierran los locales a las 3), así que decidimos irnos unos cuantos. Raquel (compañera de casa), Iñaki (otro Erasmus en Swansea) y yo nos fuimos juntos. Ahora empieza lo bueno…
Pasamos por muchas casas, pero resulta que una de ellas tenía en el jardín varios muebles, entre ellos un sofá sin sus cojines. Iñaki se mete en el jardín y le da por comprobar el estado del sofá. Parece que le gusta lo que ve. Le gusta tanto que propone llevárselo a su piso para colocarlo en el dormitorio, y he aquí que yo lo ayudo. Durante el trayecto, que no es moco de pavo ya que atravesaba media ciudad, los dos caballeros cargan con el armatoste ante la mirada de los jóvenes que llegan de fiesta. Algunos se ofrecen a ayudar, aunque nosotros declinamos amablemente su proposición, y uno pregunta que si lo hemos robado (:o). Cuando llegamos sólo tuvimos que subirlo tres plantas arriba en una de las escaleras más estrechas en las que se ha subido un sofá. Podréis decir: menuda trola se ha inventado el menda, pero hay pruebas que atestiguan los hechos.
Llegué a casa con la lengua seca y los brazos insensibilizados. Ahora bien, antes de seguir os pongo en antecedentes. Todo Reino Unido está pendiente del caso Madeleine, pero mi barrio, Brynmill, tiene una segunda preocupación: el caso Alice. Alice es una gata que se perdió por aquí hará unas semanas, y sus dueños lo llenaron todo de carteles para recuperar a la mascota perdida. Cuando entrábamos en casa muertos de frío y con témpanos que nacían de nuestras narices, encontramos en mitad de la calle a una gata negra y blanca que ya habíamos visto días atrás. A mí los animales me dan bastante lo mismo (remitámonos del nuevo a la noche del perro), pero Raquel no pudo sino obligarme a llamar al animal para cogerlo. Lo llamé, lo cogió y lo metimos en casa a eso de las… 2 de la mañana. Ya era nuestro, pero no teníamos teléfono ni dirección. Dejamos al gato en la casa (con toda la conciencia del mundo de que había una alemana y un húngaro durmiendo a los que no les haría mucha gracia despertarse y encontrar al animal pululando por ahí) y volvimos a salir, yo reticente, ella tirando de mi brazo, para localizar el papel de socorro. Nos recorrimos varias calles de alrededor, pero no hubo suerte, así que cuando llegamos a casa se nos ocurrió… mirar al cuello, al collar! Y había un número!!! De modo que me tocó a mí llamar (no sé por qué todos piensan que es más apropiado que Jose sea el que hable), pero no respondió nadie (es como si en España te llaman a las 4-5 de la mañana). Le pusimos leche, pero si Raquel se la daba, no la quería; si era yo, el gato caprichoso bebía. Bebía y me seguía. Y pretendía colarse en mi dormitorio! Pero al final Raquel tomó la decisión de dejar al gato en su cuarto hasta la mañana siguiente y yo me desentendí.
A la mañana siguiente, nada más levantarme, lo primero que fui a comprobar fue si el gato estaba bien. Pero el gato no estaba… Raquel lo había dejado marchar a mitad de la noche. Por lo visto, el gato se puso nervioso y estaba yendo de acá para allá dando saltos, maullando, ronroneando, subiendo a la cama, rascando en la puerta y, y, y mirando el cristal que da a la calle. Raquel se despertó, abrió la puerta, dejó que el gato saliera, volvió a la cama y pensó: “Dios mío, ¿qué he hecho?” Lo cierto es que hoy la hemos estado atormentando durante todo el día con la historia del gato, pero esta vez tiene final feliz. Esta noche ha salido a la calle antes de acostarse por si estaba el gato, y estaba. He vuelto a llamar y se ha puesto una mujer. Me ha dicho que el gato vive en esta misma calle, que no se ha perdido sino que está suelto por los alrededores, y que podía dejarlo salir sin problemas. Lo hemos dejado libre. A los 5 minutos han llamado al timbre y era una chica con el pelo azul y la cara y el cuerpo cubiertos de tatuajes que se ha presentado como la dueña del gato. Nos ha dado las gracias por avisar, y aunque por ahí sigue habiendo una gatita Alice desaparecida, nosotros al menos conocemos a una de las vecinas.

Jo, qué noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario