Huele distinto. Koldo acaba de
pisar por primera vez en su vida suelo inglés. God bless the Queen, piensa, y
sonríe. Al final se pilló un vuelo con Marina, la chica de Girona que hace
Educación Especial. Están nerviosos, están emocionados, ya están ahí. Además,
es 2 de septiembre, de modo que tienen muchísimo tiempo hasta que empiecen las
clases para conocer la ciudad y hacerse una idea de la vida ahí. En el
aeropuerto, mientras esperan para coger las maletas, conocen a una chica
canaria. Se llama Dafne y es menuda, morena, una bomba. Koldo la ayuda con un
maletón casi más grande que ella e intercambian números de teléfono, correos y
facebooks. Ya han conocido a la primera cómplice de su vida en Oxford. Les
explica que ella viene a Inglaterra a trabajar, que le habían dicho que siempre
contrataban a españoles en hoteles y restaurantes. Koldo se da cuenta de que
aún es un crío, de que hay gente como él, más joven que él que le echa huevos a
la vida. Dafne tiene veinte años, no habla inglés y se ha plantado en Oxford
sola con el saldo suficiente para sobrevivir unos días hasta que encuentre
algo. Koldo le propone que se mude con ellos unos días y a Marina la idea le
parece bien. Al final, contra todo pronóstico, han decidido prescindir del
alojamiento universitario y se han ido a vivir con una chica de Bristol y un
alemán llamado Stefan. Se van los tres en el bus que los lleva a la ciudad y
Koldo se da cuenta de que Dafne es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo,
de que el destino dispone de modos que escapan al control del hombre.
En
la estación de autobuses comparten taxi, intentan pronunciar todos ellos la
dirección lo mejor que pueden, aunque el taxista les pide un papel para que no
haya confusiones. Los minutos que dura el trayecto a casa, entre la
incertidumbre y los intentos infructuosos por entablar conversación con el
taxista, Koldo duda. Tal vez esta idea haya sido una puta mierda. ¿Y si no
entiende nada? ¿Y si lo suspende todo?
No obstante, la presencia de Marina y Dafne es reconfortante. Nada es
tan malo con ellas a su lado. Además, parece que esa semana va a hacer buen
tiempo y podrán hacer mil excursiones por la ciudad.
De momento,
bromean en el taxi y se fijan en cada calle, todas iguales, todas distintas, y
se preguntan cuánto tardarán en conocerse la ciudad. De momento, se trata sólo
de un fantasma desconocido y enorme. Llegada una calle, el taxista dice algo y
reduce la velocidad.
-Welcome
to Oxford -dice con un acento tan real que les deja el corazón en el estómago.
Así no suena el inglés que les han enseñado hasta hora, menuda panda de
mentirosos.
-Thank
you -resuelve Marina, y bajan del taxi.
Miran
el número en el papel, se despiden del taxista y se dirigen juntos a la puerta.
Llaman al timbre y aparece Alex, la chica inglesa que, como habían acordado,
espera su llegada. Les regala un gesto extraño cuando ve que, en lugar de dos,
son tres. Koldo explica que han encontrado a Dafne en el aeropuerto y se
quedará con ellos hasta que encuentre algo. Alex responde que le parece bien
mientras se quede en sus cuartos. Ya son cuatro en la casa, y está por llegar
Stefan, el alemán, que viene justo cuando empiece el curso. Un tipo sale de
dentro y se presenta.
-He's
just a friend -dice Alex.
-Mark
-se presenta el hombre.
Parecen
una familia, y Alex propone enseñarles sus habitaciones. Marina tiene la
pequeña porque era más barata, de modo que deciden que Dafne se quede con Koldo
esos días. La habitación de Koldo es exactamente como la imaginaba: hortera,
con papel en las paredes y moqueta. Por lo demás, no está mal. La ventana da al
patio trasero y parece cómoda. Koldo y Dafne abren las maletas y lo sacan todo
poco a poco, aunque ella prefiere dejar gran parte de su ropa dentro: comida,
aceite, ropa interior, dinero, abrigos, calzado, medicinas... Koldo abre el
ordenador y pone algo de Eric Clapton; se sorprende al ver que Dafne tararea
las canciones.
Al poco, Marina entra
en la habitación y comparten impresiones. Necesitan Internet, necesitan la
clave del wifi y se la piden a Alex. Se conectan: escriben algún mail,
actualizan sus estados, abren Skype. Son. En la distancia, son parte de algo.
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