Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

jueves, 15 de agosto de 2013

Koldo: una Erasmus II

Huele distinto. Koldo acaba de pisar por primera vez en su vida suelo inglés. God bless the Queen, piensa, y sonríe. Al final se pilló un vuelo con Marina, la chica de Girona que hace Educación Especial. Están nerviosos, están emocionados, ya están ahí. Además, es 2 de septiembre, de modo que tienen muchísimo tiempo hasta que empiecen las clases para conocer la ciudad y hacerse una idea de la vida ahí. En el aeropuerto, mientras esperan para coger las maletas, conocen a una chica canaria. Se llama Dafne y es menuda, morena, una bomba. Koldo la ayuda con un maletón casi más grande que ella e intercambian números de teléfono, correos y facebooks. Ya han conocido a la primera cómplice de su vida en Oxford. Les explica que ella viene a Inglaterra a trabajar, que le habían dicho que siempre contrataban a españoles en hoteles y restaurantes. Koldo se da cuenta de que aún es un crío, de que hay gente como él, más joven que él que le echa huevos a la vida. Dafne tiene veinte años, no habla inglés y se ha plantado en Oxford sola con el saldo suficiente para sobrevivir unos días hasta que encuentre algo. Koldo le propone que se mude con ellos unos días y a Marina la idea le parece bien. Al final, contra todo pronóstico, han decidido prescindir del alojamiento universitario y se han ido a vivir con una chica de Bristol y un alemán llamado Stefan. Se van los tres en el bus que los lleva a la ciudad y Koldo se da cuenta de que Dafne es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo, de que el destino dispone de modos que escapan al control del hombre.
            En la estación de autobuses comparten taxi, intentan pronunciar todos ellos la dirección lo mejor que pueden, aunque el taxista les pide un papel para que no haya confusiones. Los minutos que dura el trayecto a casa, entre la incertidumbre y los intentos infructuosos por entablar conversación con el taxista, Koldo duda. Tal vez esta idea haya sido una puta mierda. ¿Y si no entiende nada? ¿Y si lo suspende todo?  No obstante, la presencia de Marina y Dafne es reconfortante. Nada es tan malo con ellas a su lado. Además, parece que esa semana va a hacer buen tiempo y podrán hacer mil excursiones por la ciudad.
De momento, bromean en el taxi y se fijan en cada calle, todas iguales, todas distintas, y se preguntan cuánto tardarán en conocerse la ciudad. De momento, se trata sólo de un fantasma desconocido y enorme. Llegada una calle, el taxista dice algo y reduce la velocidad.
            -Welcome to Oxford -dice con un acento tan real que les deja el corazón en el estómago. Así no suena el inglés que les han enseñado hasta hora, menuda panda de mentirosos.
            -Thank you -resuelve Marina, y bajan del taxi.
            Miran el número en el papel, se despiden del taxista y se dirigen juntos a la puerta. Llaman al timbre y aparece Alex, la chica inglesa que, como habían acordado, espera su llegada. Les regala un gesto extraño cuando ve que, en lugar de dos, son tres. Koldo explica que han encontrado a Dafne en el aeropuerto y se quedará con ellos hasta que encuentre algo. Alex responde que le parece bien mientras se quede en sus cuartos. Ya son cuatro en la casa, y está por llegar Stefan, el alemán, que viene justo cuando empiece el curso. Un tipo sale de dentro y se presenta.
            -He's just a friend -dice Alex.
            -Mark -se presenta el hombre.
            Parecen una familia, y Alex propone enseñarles sus habitaciones. Marina tiene la pequeña porque era más barata, de modo que deciden que Dafne se quede con Koldo esos días. La habitación de Koldo es exactamente como la imaginaba: hortera, con papel en las paredes y moqueta. Por lo demás, no está mal. La ventana da al patio trasero y parece cómoda. Koldo y Dafne abren las maletas y lo sacan todo poco a poco, aunque ella prefiere dejar gran parte de su ropa dentro: comida, aceite, ropa interior, dinero, abrigos, calzado, medicinas... Koldo abre el ordenador y pone algo de Eric Clapton; se sorprende al ver que Dafne tararea las canciones.
            Al poco, Marina entra en la habitación y comparten impresiones. Necesitan Internet, necesitan la clave del wifi y se la piden a Alex. Se conectan: escriben algún mail, actualizan sus estados, abren Skype. Son. En la distancia, son parte de algo.

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