Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

martes, 29 de octubre de 2013

Puta burocracia

Ya hablaba mi amigo David de la ineficacia de la burocracia, de cómo nos cierra puertas por un anexo o un punto de algún código estúpido que no ve más allá de su universo cuadriculado. A él no lo dejaban desde Donosti prolongar su estancia aquí durante todo el curso. A mí, afortunadamente, me dejaban desde Granada con la única condición de que la Universidad de Gales me admitiera entre sus alumnos este año. Esta mañana he salido muy animado de la clase Primetime Writers: TV drama, donde nos han hecho un test rápido con preguntas sobre series de televisión y algunas cadenas (el profesor no conocía una serie de la que he hablado!) y he respondido prácticamente todas las preguntas bien. Total, que después me he pasado por la oficina de Relaciones Internacionales para hablar con Carol Smith, la encargada de los alumnos aquí:
-Hello, I just wanted to ask you something. I'm from Spain and I'm supposed to be here until the end of January, but I'd like to stay the full year.
-Which one is your university in Spain?
-Granada... I asked them and they told me that there was no problem but I had to ask here.
-I have to check it. Hold on.
Espero. Todos los planes que me he hecho para el resto del curso (aquí y en España, planeo mi vida con tiempo, sueño más que creo) pasan por mi cabeza. La imagino entrando de nuevo por la puerta para decirme: "Hay pocas plazas, así que rellena este formulario cuanto antes"; también la imagino diciendo: "Lo siento, pero está todo ocupado". La imagino de mil maneras y cada vez se hace más sólido el pensamiento de que no habrá posibilidad.
Entra por la puerta con cara de NO, que eso se ve antes de hablar siquiera, y me dice que lo siente, pero que no quedan plazas para el resto del curso.
-Isn't it possible at all?
-If you're very desperate, you can pay the modules you study here and...
blablablablabla... no me importa lo que sigue. Sé que lo de pagar nosecuantasmil libras está fuera de mi alcance. No me explico cómo pagando aquí hay plazas, y si sigo pagando en mi universidad, no. Doy las gracias sin ganas de dar las gracias y me vuelvo con los planes y sueños colapsados en mi mente. Y vuelvo a casa con la garganta llorando, porque mis ojos se negaron a ello hace mucho tiempo. Como mi pistolero...
Granada, pensaba que nunca diría esto, pero no te echo de menos. Y a todo esto, puta burocracia.

lunes, 14 de octubre de 2013

De un noviembre lejano...


Se me acumulan las ideas y me queman en los dedos, pero aun así no encuentro forma de ganarle la batalla al tiempo y al aburrimiento, y como mente obcecada que soy, al final me obligo a escribir ya que no me sale solo. Permitidme esta descompensación de ideas, sin forma pero con fondo, que me comen la cabeza tiempo ha.
Quiero hablar del crecimiento personal que conlleva esta experiencia. Hablar de la Erasmus con las estúpidas y manidas concepciones que se tiene de ella es descalificar algo grande, muy grande. Hay gente que ha llegado a este lugar sin querer salir de casa, con miedo y sin la predisposición necesaria. ¿Para qué? ¿Para quitarte alguna asignatura hueso? ¿Para dar a entender lo maduro que eres ante aquellos que te ven como un crío acojonado por alejarse de casa? No sé dónde queda el espíritu Erasmus ligado al de ciudadano del mundo con esa actitud...
Puedes no aprender demasiado inglés, lo cual tampoco es desesperante porque la finalidad del desplazamiento no es esa. El objetivo es más ambicioso que el simple aprendizaje de una lengua: abarca la convivencia, la mezcla, la apertura de mentalidad, la amistad... Aprendes muchas cosas más valiosas. A afrontar los problemas en la distancia, a ver que la realidad es más real de lo que pensábamos, a viajar, a dejar de lado las obligaciones para ser tú mismo el que te imponga un cómo y un cuándo. Aprendes mucho, sí. Incluso de las conversaciones de las que no eres partícipe y de las personas que te rodean.
Cuando estuvimos en Londres, un hombre nos reconoció como españoles. Él era judío, no recuerdo bien de dónde, sólo una frase que nos dijo: "Vosotros sois la primera generación que respira, y eso es precioso". Respiramos. Respiramos e intentamos perdernos en cada átomo de la capital inglesa. Yo encontré la magia de la ciudad viendo el Big Ben por la noche y llamándolo descaradamente Tower of London. Probablemente llevaba toda la razón del mundo al reconocernos como parte de esos privilegiados que vinimos después de los tiempos negros de la dictadura. Hay cosas que no te planteas hasta que se te presentan en forma de señor judío que habla español entre una muchedumbre de Londres. Curioso.
El día de vuelta a Swansea encontramos algo bastante distinto: la entrada al Metro más próxima estaba cerrada porque se había producido algún tipo de ataque (¿un apuñalamiento tal vez?), y pudimos ver la sangre que manchaba todo.
Se aprende de todo.
De cada momento.
De cada persona.



Y lo mejor de todo esto sin duda es ser consciente de dicho aprendizaje. Hay más claves, cientos de ellas, pero las dejaré para otro día.