La parte menos agradable de la
Erasmus o cualquier otro traslado universitario no tiene por qué ser la más
desagradable. Como todo, depende de la filosofía con que se asuma y del partido
que se le quiera sacar a la experiencia.
A
la hora de elegir tu destino, aparte de factores como clima y fiesta, ten en
cuenta el prestigio de la universidad en el ámbito que a ti te interese. Puede
que estudiar Física en Oxford sea genial, pero tal vez no sea el sitio idóneo
para Biología Marina. Además, el prestigio de las universidades puede limitar
tus posibilidades de obtener la beca, ya que tendrás que competir con más
candidatos, pero con toda seguridad valdrá la pena cuando te la concedan, sea
donde sea. Tu universidad y tu ciudad se convertirán en la única, en la mejor,
y no hay vuelta de hoja.
Como
digo, cuando llegues, a pesar de que lleves un preacuerdo negociado con tu
coordinador, puede que algunas de las asignaturas que supuestamente se cursaban
se hayan eliminado ese año por cualquier motivo (recortes presupuestarios, pocos
alumnos matriculados, lo que sea) y tengas que buscar una alternativa. Por lo
general, coordinador de universidad de origen y coordinador de universidad de
destino se rigen por los acuerdos de años anteriores, para eliminarse trabajo a
sí mismos y a vosotros. Normalmente os dejarán mayor libertad a la hora de
escoger en créditos de libre configuración. Aprovechad la ocasión y sed
creativos, cursad asignaturas interesantes y creativas aunque no tengan que ver
con vuestra carrera. Yo, por ejemplo, a pesar de que estudiaba Traducción e
Interpretación, me matriculé en una asignatura de análisis de guión televisivo.
Fascinante, desde luego. Distinto, desde luego. Inolvidable, desde luego (son
los únicos apuntes que conservo de mi Erasmus). Para elegir, es frecuente que
la primera semana se os permita asistir a las clases para echar un vistazo,
conocer al profesor y su programa, y así decidir si os convence o no. Lo bueno
de ser estudiante internacional es que a la hora de firmar la matrícula suelen
ser más flexibles con los plazos precisamente para que los estudiantes
encuentren su lugar en lo académico a la vez que descubren la ciudad y a sus
nativos. Cuando ambos coordinadores tengan el acuerdo firmado por ti, no habrá
marcha atrás y ésas serán tus asignaturas definitivas.
Mucha
gente no se quiere ir de Erasmus por miedo a que no les convaliden, aunque,
como digo, todo es cuestión de a qué universidad se dirige uno. Para saber qué
es conveniente, lo mejor es preguntar en tu universidad de origen, en secretaría
o Relaciones Internacionales qué destinos son los más acertados para tu
titulación. Esto puede ahorrar disgustos y quebraderos de cabeza. Si te
informas bien, pueden incluso quitarte algún hueso, la típica asignatura que la
gente lleva arrastrando media carrera, de forma más fácil e igualmente válida.
Pregunta, que ya eres mayor. Infórmate, joder, muévete un poco. No me llores.
Empieza
el curso y ahora no entiendo NADA porque las clases las dan en húngaro o en
francés o finés o inglés con acento escocés muy marcado. No desesperes. Por
norma general, las universidades de destino suelen tener unas semanas previas
al año académico en las que los estudiantes internacionales pueden hacer cursos
de inmersión lingüística de forma gratuita o muy económica. Puede suponer una
forma excelente de conocer gente, de empezar a comunicarse en la lengua nueva y
de luego no lamentarnos a la hora de llegar a las clases. Del mismo modo, hay
asignaturas que pueden ayudar a conocer la cultura. Me parece muy divertido que
casi todos los estudiantes internacionales de la Universidad de Granada tengan
alguna asignatura sobre Federico García Lorca. No es ninguna estupidez, claro
está. Ya que estás en otro país y ciudad, trata de empaparte de su cultura,
historia e idiosincrasia. En mi caso, cursé una asignatura llamada
"Background to Wales", es decir, algo así como Historia de Gales, qué
acontecimientos históricos hicieron que Swansea y Gales derivaran en lo que
ahora son. Un profesor era estupendo, pero había otra profesora con acento
galés imposible. En cualquier caso, me pareció muy interesante el resultado
final.
Cuando
tenemos más o menos asumido el problema lingüístico, se hace relativamente
fácil seguir el curso de las clases. Tampoco hay demasiadas horas de clase para
los estudiantes internacionales, ya que además tienen limitados créditos a los
que se pueden matricular, de modo que lo conveniente es ir a clase. No es
preciso ir siempre, de acuerdo; de hecho, muchos profesores optan por reducir
las clases presenciales en favor del trabajo en casa. Ya sé que vas a estar
todos los días de fiesta o de viaje, pero no seas tonto. Te lo pondrán más o
menos fácil en función del profesor, pero al fin y al cabo los profesores
suelen tener benevolencia con aquellos que han demostrado interés y espíritu
crítico. Pregunta. Si dudas, pregunta. Participa en clase con tus limitaciones
lingüísticas. Un problema grave que tenemos los españoles en comparación con la
mayoría de países europeos es el sentimiento de vergüenza, el sentido del ridículo.
"Si pregunto, pensarán que soy tonto, que no lo entiendo". Si estás
en clase es para aprender, y si no lo entiendes todo por el idioma, puedes
hablar al final de clase con el profesor y exponerle tus dudas. Al final, lo de
asistir a clase y trabajar es una decisión muy personal, de modo que cada uno
tendrá que acarrear con sus decisiones, pero no lo vas a tener más fácil nunca.
Pon un poco de tu parte. Si tienes suerte, puede que tengas a tu coordinador
pendiente todo el día de que trabajas y asistes a clase, pero insisto en eso de
que no eres un crío y sabes muy bien cuál es tu responsabilidad. Aprovecha las
lecciones académicas tanto como las vitales. Al final, todo converge.