Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

lunes, 17 de marzo de 2014

Koldo: una Erasmus VI

Llegan los exámenes. De pronto, todo se precipita. Saben que el tiempo antes de los exámenes supondrá la diferencia entre un año inolvidable y un año de mierda. Además, algunos amigos se irán de vuelta a casa porque cuentan sólo con seis meses de beca, o menos. La Erasmus debería ser obligatoriamente de un año, acuerdan todos. Algunos intentan que les amplíen la estancia; algunos, como Menelaos, el griego que se ha convertido en su mejor amigo en Oxford. Koldo pierde muchas horas ante el correo de su coordinador donde le anuncia que, debido a sus numerosas faltas de asistencia a clase y seminarios, no puede presentarse a dos de sus cinco asignaturas. Cada vez que relee el mensaje, le invade la angustia: un año perdido por no saber decir no a una fiesta. Se maldice, se insulta, se culpa constantemente. No tiene excusa, ya es un hombre de veintitrés años, no un crío recién llegado a la universidad. A pesar de ello, se prepara los exámenes. Va a la biblioteca con sus amigos, pasa en vela varias noches, compra libros... Después de todo, la ciudad es famosa por su universidad, y todo está lleno de librerías de todo tipo y salas de estudio para todos los gustos.
Ahora es él el que ve a Dafne dormir y tiene que aguantar a base de café y Redbulls con sus amigos Meneslao y Lorenzo de biblioteca en biblioteca. Cuando se aburren de una, se van a otra luego a otra, y así hasta que amanece. Desayunan, compran algo en el Sainsbury's cerca de casa y se van a dormir. Despiertan a mediodía, cuando toda Gran Bretaña ya ha almorzado, y aliñan una ensalada de bolsa o abren un sandwich preparado o cuecen algo de pasta y engullen sin ganas. Vuelven a coger los libros, los apuntes, van a la biblioteca el poco tiempo de día que queda y retoman la rutina. Así, sin parar durante las dos semanas anteriores a los exámenes.
Cuando llegan las fechas reales de las pruebas, Koldo empieza a agobiarse. Bromea todo el tiempo, le resta importancia a los exámenes, pero a la hora de la verdad se preocupa. A lo largo de dos semanas tiene en total cinco exámenes, de modo que no le preocupa que se le solapen en el mismo día. Se presenta a Geografía, al práctico de laboratorio y, por fin, a Microbiología. A pesar de que su coordinador le ha dicho que no se puede presentar, se lo ha preparado y decide hacerlo. Entra en el gimnasio donde han distribuido las mesas con estudiantes de distintas titulaciones, asignaturas y cursos, se coloca donde le indican y hace su examen. Duda con tiempos gramaticales, con la escritura de ciertos términos y, por supuesto, con las respuestas correctas, pero responde a todas las preguntas, hace esquemas, dibujos... Puede que hasta saque una buena nota.
El siguiente examen, Matemáticas, no le resulta tan asequible. Con todo, no teme tanto por su inglés como por la complejidad de las fórmulas y razonamientos numéricos. Por último, tiene el examen de Energías Renovables y perspectivas de futuro, que es una optativa que ha descuidado bastante al ser, en apariencia, la más sencilla. Así, se supone que tampoco debería presentarse al examen, pero lo hace sin demasiada dificultad. Se le escapan referentes y conceptos en los enunciados porque no ha asistido a la mayoría de clases, pero lo sortea con calma. Con algo de suerte, habrá aprobado las cinco asignaturas. De momento, sólo le queda esperar, y a los dos días de terminar el último examen le comunican que ha aprobado tanto Geografía como el práctico. Al día siguiente, le dicen que también ha aprobado casi de milagro Matemáticas, aunque el siguiente cuatrimestre tendrá que ponerse las pilas para mantener el aprobado.
Los días pasan sin tener noticia de las dos asignaturas a las cuales no debería de haberse presentado. Mosqueado, resuelve ir a hablar con los profesores responsables de las asignaturas y a ello dedica dos días. El profesor de Micro le confiesa que está sorprendido con el resultado del examen, que debería obtener un notable, pero que la falta de asistencia le impide poder aprobarle. Acuerdan que Koldo se apunte a uno de los grupos de trabajo de la asignatura en el segundo cuatrimestre, y así le mantendrá la nota. Con Energías Renovables, sin embargo, no corre tanta suerte. Tiene un 3 de 10, de modo que el suspenso, sumado a su falta de asistencia, es inevitable. Koldo lo asume, aunque se plantea presentarse a la convocatoria extra al final del año académico para redimirse.

Cuatro de cinco en otro país, en otro idioma, en otro mundo. No está mal, se dice.

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