Cuando en 2007 me fui de Erasmus, al menos al principio traté de ser creativo y constante en la cocina. Recuerdo en especial tres platos: el champiñón gratinado con beicon y bechamel, mi arroz de pollo aborto de paella y mi falsa lasaña o lasaña pobre. Estos tres platos los saqué a base de intuición y mucha cara dura, pero uno que resultó ser todo un éxito fue la falsa lasaña. Hace unas semanas decidí volver a probar suerte con este plato. Han pasado más de seis años desde entonces, pero he de reconocer que ahora me sabe mejor que nunca. Resulta ser un intento o amago de lasaña para cuando se es muy pobre o inexperto en las artes culinarias. Al final, lo importante es el resultado, y para la poca inversión de dinero, lo cierto es que es todo un éxito. Eso sí, resulta algo más complicado de hacer que las demás recetas que he dejado en este blog, pero vale la pena. Sin más dilación, allá vamos:
INGREDIENTES
-Mantequilla
-Harina de trigo
-Leche (entera o semi)
-Nuez moscada
-Macarrones
-Champiñones en lata (a poder ser, laminados)
-Cebolla
-Carne picada (cerdo o mezcla de cerdo y ternera)
-Queso para gratinar
-Tomate frito, opcional
-Paté de hígado de cerdo, opcional
-Aceite de oliva
-Sal y pimienta
ELABORACIÓN
Para hacer este plato hay que crear tres elementos separados: pasta, sofrito y bechamel. A mí me gusta hacer mi propia bechamel, pero se puede comprar hecha. Por lo general, voy haciendo las tres cosas a la vez para cuando están listas, meterlas en el recipiente del horno sin esperar más.
Pasta: se cuecen los macarrones en agua con aceite y sal. Se cuecen mucho, hasta quedar casi aplastados, y se pasan por agua fría
Sofrito: se pican muy muy pequeños una cebolla y una lata de champiñones, y se sofríen un poco en aceite de oliva. Se añaden el paté y la carne (al menos medio kilo), y se salpimenta. Se mueve hasta que la carne queda bien cocinada y la cebolla bien pochada. Se reserva el sofrito.
Bechamel: se pone a derretir mantequilla en la sartén al fuego. Cuando está líquida y empieza a hervir, se añaden dos o tres cucharadas generosas de harina y se remueve. Cuando la harina se va tostando, se añade leche y remueve mucho todo con una cuchara de palo. Si todo va bien, la harina irá ligándose con la leche y espesando. Se añade sal, nuez moscada y, opcional, un poco de caldo de carne. Cuando la textura de la bechamel es la adecuada, se retira del fuego.
Emplatado: en el fondo de un recipiente se pone una capa de tomate frito, si bien es opcional. Encima se hace una capa generosa con el sofrito, seguida de otra más fina con los macarrones apelmazados. Por último, se cubren con la bechamel y se añade bastante queso. Se gratina todo en el horno o microondas hasta que el queso se tuesta o dora.
Está riquísimo y es una receta que siempre triunfa.
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