Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Jaime Gil de Biedma
Tu prima la de Murcia estuvo un
año en Atenas, insiste en que te vayas. El vecino del quinto, ése que siempre
saludaba, estuvo sus dos buenos años en Ratisbona, Alemania. Hasta la muchacha
con la que tus padres se empeñaron en que aprendieras inglés estuvo su año
Erasmus en Sheffield, aunque conserve acento de Matalascañas. Con todo, aún no
te decides: ¿irme a otro país, con el hambre que pasó la hija de la prima
segunda de mi madre cuando se fue con una familia a Rennes? Ni pensarlo. ¿Con
la lluvia y el frío? ¿Con lo caro que es todo? ¿Con el pánico que le tengo a
viajar? ¿Con lo que yo quiero a mi novia?
Tengo
entendido que a mucha gente le asalta la duda incluso después de haber
solicitado un traslado, incluso después de concedérselo, incluso después de
viajar al país en cuestión. Gente que, una vez en la habitación de su casa
croata, se viene abajo. Es por ello que escribo este libro, para animar al
indeciso, para describir las maravillas de la vida en otra tierra, para hacerte
dar el paso, te propongo que veas algunas películas, que leas algún libro
inspirador. Si después de esta sesión sigues sin ganas de irte, tengo una mala
noticia: estás muerto por dentro.
Antes
del amanecer (Richard Linklater, 1995)
Coges un tren en un extremo de
Europa y en medio del trayecto ves que la única otra persona joven es una chica
con la que empiezas a hablar. Habláis y joder, te cae muy bien, demasiado bien,
me cago en la puta qué bien me cae, no jodas, si habré conocido a mi media
naranja. Le dices: "Me bajo en Viena. Te propongo una cosa: baja conmigo y
pasemos la noche juntos por toda la ciudad. Mañana, en cuanto amanezca, nos
decimos adiós, y punto. Ambos ganamos una noche inolvidable". ¡Y acepta!
Acepta. Os pasáis toda la noche por la ciudad dando tumbos, comiendo, bebiendo,
hablando con extraños, visitando tiendas y bares a los que nunca volverás.
Hablarás de tu pasado, de tus miedos, de tu incertidumbre. Aprenderás a
escuchar. No querrás que pasen las horas, no querrás que vuelva el sol. ¿Te
habrás enamorado?
Los viajes en tren es lo que
tienen...
Si te toca la patata, échale un
vistazo a la secuela, Antes del atardecer.
Hacia
rutas salvajes (Sean Penn, 2007)
Un niño bien termina la carrera y
está harto de todo, de ser un niño bien, de un coche que no necesita, de su cuenta
corriente llena de ceros, de su novia, de sus amigos aletargados, de un sistema
que envilece al hombre y duerme la jovialidad. De pronto, se rebela. Tras la
graduación, tras lanzar su gorro al aire y discutir con unos padres que no
comprenden su inconformismo, desaparece. Se va de casa por voluntad propia sin
nada más que una mochila a recorrer todo el país, a vivir la vida, a internarse
en la naturaleza, hacia rutas salvajes. En su camino conocerá personas que le
cambiarán la vida, a unos que le comprenden y otros que no, a unos que le
admiran y otros que piensan que se ha vuelto loco, a personas de todo tipo que
le harán comprender que sí, tenía razón, era hora de lanzarse con las tripas
por delante a descubrir lo que la vida cómoda le había ocultado por tanto
tiempo.
Novela: En el camino (Jack Kerouak, 1951)
Con la aparición de Dean Moriarty comenzó la parte de mi vida que
podría llamarse mi vida en la carretera...
Así comienza este viaje a las
raíces de la América que nos gusta, la América de la ruta 66, la del jazz, los
beats, los hipsters y la verdad. Jóvenes escritores puestos de todo, tres
viajes, mujeres bonitas, musos, musas, realidad, ficción, reinventar un país,
reinventar la juventud, la vida, el amor , el viaje. En el camino es el origen de demasiadas cosas, demasiadas obras de
arte e inspiraciones, el punto de unión de cientos de artistas a lo largo de la
historia, la que debería ser la obra definitiva de la tradición estadounidense,
la que enseña al mundo que sólo la juventud y los kilómetros son el combinado
perfecto para alcanzar la sabiduría. Quien se aventure en este viaje aprenderá
demasiado, vivirá demasiado, puede que nunca pueda salir de una espiral que es
demasiado.
Soñadores
(Bernardo Bertolucci, 2003)
París, mayo del 68. Un estudiante
estadounidense asiduo a la filmoteca se encuentra un día en medio de la
revuelta popular hasta que dos hermanos franceses lo salvan del caos y lo
lanzan a la vida. Ella, una diosa; él, un adonis. El extraño en casa de los dos
burgueses en un juego de extrañeza, de enfermedad donde realidad y ficción,
vida y cine, sexo y amor cambian de cara constantemente. El juego macabro que
emprenden los tres tiene tintes mortales, suicidio, incesto, revolución, lucha,
juventud que rebosa por los cuatro costados. Atravesar el Louvre en una carrera
loca, ocultar secretos a los padres, redescubrir en qué te has convertido
rodeado de extraños en una ciudad que no, no es la tuya. Asumir que la vida era
esto, errar y aprender, y volver a errar, y volver a aprender para volver a
errar.
Una
casa de locos (Cédric Kaplisch, 2002)
¿Qué os creíais, que una beca con
la tradición de la Erasmus no iba a tener su propia película? Xavier es
francés, pero no le importa ser o no francés, él lo que quiere es escribir.
Para aclararse y dar un giro a su formación, se va a Barcelona con el programa
Erasmus. Deja a su novia Martine en Francia, antepone su vida al amor, o eso
cree... Un francés, un alemán, una inglesa, una belga, un danés, una española y
un italiano. No, no es un chiste. En este piso vive Xavier en plena Ciudad
Condal y tendrá que aprenderlo todo de nuevo: a mantener el amor en la
distancia, a evitar la tentación, a convivir con gente tan extraña, a una
situación de diferencia lingüística ora español, ora catalán. A vivir la vida
como un Erasmus, a maldecir a los profesores en otro idioma, a aguantar las
fiestas a otro ritmo. A vivir, que no es poco. Si te gusta, hay una secuela llamada Las muñecas rusas.
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