Dicen que cuando eres Erasmus, lo eres de por vida. Que el espíritu viajero te invade, que fue el mejor año de tu vida. Que te casarás con tu novia erasmus, que volverás a tu ciudad y que lo pasarás muy muy mal recordando todos los pequeños momentos que conformaron ese año. Espero que este blog te sirva de alguna ayuda. Mi erasmus fue ASÍ

lunes, 5 de julio de 2010

¿Españoles sí o españoles no?


Más allá de que uno se sienta más o menos español, que en definitiva es lo de menos, cuando uno se va de casa se siente un poquito más de su país, de su provincia, de su pueblo, incluso de su calle o de su padre y su madre. Es normal. A mí me dio por escuchar más música española de la que acostumbraba, aunque a cada cual lo suyo. No obstante, en un año como éste, con competiciones deportivas entre países, igual sí vale la pena dejarse llevar por la euforia patriótica y vacilar a todos los Erasmus a quienes España va dejando por los suelos. El año de mi Erasmus, a la vuelta, tuve que convivir con unos Erasmus de Florencia y recuerdo que se estaba jugando la Eurocopa y uno de los partidos más decisivos, no recuerdo si una semifinal, era precisamente un España-Italia, y estuvo chulo eso de luego poder restregarles en la cara su derrota.

En cualquier caso, mi opinión es clara: sólo vale la pena estar con españoles para sentirte en familia, aunque en realidad es una pérdida de tiempo, y lo dice uno que se pasó su Erasmus rodeado de españoles y no se arrepiente de ello, pero sinceramente, si te vas a un país, qué menos que practicar el idioma, las costumbres y demás. Irremediablemente entrarás en el círculo de la comunidad Erasmus, que está muy bien, de acuerdo, sobre todo para los momentos necesito-una-fiesta-o-me-pego-un-tiro, pero a largo plazo creo que lo mejor es irse uno solo, a la aventura, y tratar de conocer nativos (suena muy aborigen, ¿verdad?) e inmiscuirse en toda una cultura y un país, y olvidar durante cuatro, seis u ocho meses que eres español. Claro que todo esto depende de la forma de ser de cada uno. Aquellos que gusten de pasar tiempo a solas en una playa seguirán solos, ni con Erasmus ni con españoles ni con nativos, y el que necesite estar en el centro del huracán buscará ese huracán, esa marea de gente y no le importará nacionalidad, raza ni lengua. Que, digo yo, es en definitiva el espíritu Erasmus. Ahora sí, el próximo día: acabo de llegar, ¿y?

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