Una de las mejores partes de la Erasmus es el regreso al destino, a los amigos, a las fiestas, a los exámenes próximos, los viajes, los amores furtivos, los amigos, los amigos, los amigos.
Y llegar un día y abrazarlos como si los hubieras echado muchísimo de menos (de hecho, los has añorado en demasía). Recuerdo mi vuelta a Swansea: mis compañeros de casa y amigos ya estaban allí, me esperarían. Arrastré las maletas llenas con una nostalgia dolorosa, como una quemazón muy intensa y observé en el autobús primero y segundo los paisajes galeses, y las calles galesas y sus gentes, el supermercado, todo, todo, todo. Luego cogí un taxi que me llevó a casa, y no había nadie ahí. Mis amigos habían ido a comprar al supermercado, pero en la escalera me esperaba una pila de cartas y postales y otras maravillas que casi me hicieron llorar. Recuerdo perfectamente cómo abandoné la maleta en medio del pasillo y me quedé hecho un ovillo en el salón-comedor, en mi sofá de rayas, mientras leía palabras que amigos y conocidos habían escrito unas semanas antes para mí, para que no me sintiera solo en tierras galesas. Luego, cuando oí la puerta, me lancé a mis amigos y los abracé e hicimos la comida juntos y la vida volvía a ser como siempre había sido.
Ya estaba en casa.
Os deseo un FELIZ AÑO NUEVO a todos y un resto de Erasmus espectacular. Pronto, más recetas sencillas y relativamente sanas :)